El testimonio de Randolph Carter

 




El testimonio de Randolph Carter – (H.P. Lovecraft)

 

Corto de café: Un inesperado y horroroso encuentro.

 

La declaración

 

  “Les repito que no sé qué ha sido de Harley Warren, aunque pienso -y casi espero- que ya disfruta de la paz del olvido, si es que semejante bendición existe en alguna parte. Es cierto que durante cinco años fui su más íntimo amigo, y que he compartido parcialmente sus terribles investigaciones sobre lo desconocido”. 

 

Introductio:

   ¿Quién en es en realidad Randolph Carter? Pues Randolph Carter es el alter ego de H.P. Lovecraft, el autor de este relato, lleno de un intrigante terror cósmico, del cual él, es un auténtico especialista, además de ser (estamos hablando del señor Carter) el protagonista de una serie de relatos titulados “Aventuras Oníricas”. Un hombre que vive  una serie de sucesos, como los que vamos a tratar hoy, que es terrorífico (ya sé que me estoy repitiendo mucho con esta palabra), aunque para algunos de sus lectores la considere aburrida, aunque yo no estoy muy de acuerdo con esta opinión.

Argumentum:

  Lovecraft, escondido en algún inhóspito rincón de la universidad de Miskatonic nos enviará a una aventura donde quizás esté escondido entre las sombras un ghul -que más adelante explicaremos que es-. Carter es encontrado vagando en las cercanías de un pantano y víctima de una extraña amnesia, cuando declara que fue lo que sucedió esa noche intenta aclarar (si es que puede explicarlo, y dando con las palabras adecuadas) cómo desapareció su amigo, un ocultista amante de libros extraños y grimorios llamado Harley Warren, desaparecido en unas circunstancias espantosas.

   Él estaba en posesión de un libro escrito en un idioma desconocido, y que Carter tenía prohibido leer y poseer, además era propietario de varios libros del mismo tipo escritos en árabe. Algo tiene claro, que en ese ignoto ejemplar para el gran público, está la llave para ir al inframundo, esas obsesionantes escaleras (que no son las de Jacob) que nos llevarán directos hacia el más oculto submundo, un estadio a donde las entes sombrías, los diablos, pueden viajar libremente sin necesidad de visados a sus anchas.



  Ellos localizan una tumba en particular, y cuando Harley Warren desciende por ella ocurre lo imprevisible, algo se encuentra en las profundidades, en el interior de la misma que le impide subir, y que al mismo tiempo le llena de pavor, comunicándole a Carter que huya y le deje solo si es que quiere seguir manteniéndose con vida, (esto se lo comenta  mediante un cable telefónico que portaban).

  Con un buen ataque de pánico huye, entrando en el estado de amnesia que ya habíamos comentado, pero antes de esta huida tiene el valor de llamar a su amigo por el cable telefónico que habían transportado hasta los pies del sepulcro para poder comunicarse, obteniendo una respuesta, la de una extraña y gutural voz que le decía que su amigo estaba muerto.

Ultílogo:

  El relato da lugar para múltiples interpretaciones sobre lo que ocurrió allí abajo. Mi opinión, bastante personal, es la siguiente. Es muy probable que en ese tenebroso inframundo Harley Warren se haya encontrado con un ‘ghul’, un demonio necrófago muy habitual en el folclore árabe (recordar que el ocultista Warren tenía varios ejemplares en este idioma), profanador de tumbas y come cadáveres.

  Son unos monstruos no muertos cuyo lugar de habitación son los solitarios cementerios, deleitándose en todo aquello que sea macabro (menudos gustos), y es un personaje que pulula en la mente y sueños de Lovecraft para escribir sobre su ya famoso terror cósmico, un ser, ente o diablo, da igual cómo le queramos llamar, y que no debemos confundir con Iblis o Sahitán (Satán), tampoco es Athosia, el demonio caníbal que se come a sus congéneres. Lovecraft y la textualidad de sus relatos, dan para mucho.


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