La ciudad sin nombre

 



La ciudad sin nombre – (H.P. Lovecraft)

 

Corto de café: Cuando el viento nocturno sacude las ventanas.

 

“No está muerto lo que puede yacer eternamente”

 

  “Cuando me acerqué a la ciudad sin nombre supe que estaba maldita. Viajaba por un valle árido y terrible bajo la luna, y a lo lejos la vi sobresalir misteriosamente por encima de las arenas como partes de un cadáver pueden sobresalir de una tumba mal hecha”.

 

Tenebris introductio:

   Una ciudad perdida en la nada del desierto, entre la inmensidad de las arenas, unas ruinas de las que todo el mundo habla y muy pocos ojos han visto, la llamada ciudad maldita se alzaba ante los ojos de nuestro narrador y protagonista del relato, a cargo de uno de los creadores del llamado terror cósmico, H.P. Lovecraft, donde nos encontraremos con unas extrañas criaturas, (que superarán nuestra pobre compresión humana) muchas de ellas momificadas, que nos harán pasar un mal rato, todo ello envuelto en el más típico ambiente lovecraftiano.

   Dicen, comentan, se rumorea (como decían antiguamente) que el autor se basó en Iram, ‘La ciudad de las columnas o pilares’ para escribirla. Una ciudad perdida en lo más recóndito de la península arábiga, como ‘la ciudad sin nombre’, que fue maldita por el Dios del Islam.

Argumentum:

   Un relato que ha sido reseñado hasta la saciedad (y conocido por casi todos los amantes del tema) es difícil de ser mínimamente relatado en estas líneas, porque podemos caer fácilmente (ahí va otro adverbio seguido) en la repetición, por tanto vamos a aventurarnos en este desierto de las letras con la consiguiente reseña, sin necesidad de aburrir a los posibles y pacientes lectores.

  Un osado explorador, incitado por las múltiples leyendas que a lo largo del tiempo ha escuchado sobre esta ciudad decide indagar sobre ella. A su llegada comprueba que, gran parte de la misma está enterrada bajo tierra, así que, ni corto ni perezoso decide entrar en el interior, descubriendo varios templos e ídolos de diferentes formas y clases, junto a tumbas de extraños seres, -vuelvo a repetir que son los típicos personajes lovecraftianos a los que nos tiene acostumbrados-, junto a una serie de grabados que hablan sobre la historia de este ignoto pueblo, o tal vez podríamos decir lejana civilización perdida.

   Al contemplarlos supone que en un principio estos seres fueron venerados por la raza humana, aunque pocos después fueron utilizados como sacrificio para sus antiguos dioses. Una tormenta de arena lo arrastra a cobijarse hacia una puerta de donde salía una luz, y al entrar en ella descubre…

    El narrador-protagonista no nos dice cómo pudo salir de aquel cosmogónico lugar, pero lo que nos deja bien claro es que, jamás en su vida ha podido borrar de su mente todo lo visto y vivido entre las columnas de la famosa ‘ciudad sin nombre’, porque sus pesadillas le atormentan noche tras noche.

   Solo yo la he visto, y por eso ningún otro rostro muestra líneas de miedo tan horribles como el mío; por eso ningún otro hombre tiembla tan horriblemente cuando el viento nocturno sacude las ventanas”.

 


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