Sherlock Holmes de Baker St.
Diecisiete, no está nada mal el
número, (caray con la palabrita, ya la he mencionado varias veces). Un
noviembre de 1903, el día y la hora quizás no importen Sherlock Holmes los bajó
por última vez, para dirigirse después de veintitrés años de servicio activo
hacia otro destino. El lugar elegido por el genial detective fue Fulworth,
en la cara sur de las colinas de Susex a 8 kilómetros de Eastbourne,
para dedicarse por fin a sus dos grandes aficiones, los estudios y la apicultura.
‘Ya
era hora que me retire a esa pequeña granja de mis sueños’
A ese retiro particular no fue solo. Le acompañó Martha Hudson para ser su ama de llaves. Una nueva vida comenzaba para nuestro conocido amigo. Debo decir de antemano que el relato de William S. Baring-Gould , biógrafo no oficial de Holmes y un amplio conocedor de todas sus aventuras es para los muy fans, porque si este no es el caso en algunos momentos te puede resultar aburrido y te dispersará un poco, ya que es un repaso no solo sobre su vida (infancia-retiro) sino también por todos sus casos, mencionando incluso de pasada algunos que nunca fueron publicados, pero que Watson como era habitual en él tomó buena nota y permanecen guardados a buen recaudo, muchos de ellos para proteger la identidad de los protagonistas y no dañar su buena imagen.
William Stuart Baring-Gould, autor de esta biografía fictia de Shelock Holmes, un hombre polifacéticom teólogo, arqueólogo, coleccionista, recopilador de canciones populares... (la foto es cortesía de Getty Images.) Atrás han quedado los experimentos
químicos, el Stradivarius, el famoso sofá, las prácticas de tiro, las
excentricidades típicas de este personaje y su ya conocida pipa. Siempre tendré
un particular recuerdo de él porque forma parte de mis primeras lecturas junto
al candoroso ‘Padre Brown’, Harry Dickson o Poirot con sus
repelencias, junto a tantos más que tienen legiones de fans.
Después de un largo tiempo sin colgar nada en el blog he vuelto a las andadas, no me apetecía que se muriera, así que tenía ganas de volver con un clásico y así ha sido. Tengo que dedicarme no solo a los libros de los demás, también a mí mismo haciendo una de las cosas que más me gustan, contar mis propias historias.
Post
scriptum.
Esta entrada fue realizada mucho
antes de su publicación en este blog del silencio, pero por alguna extraña
razón fue quedando relegada hasta ahora. Espero que el mejor detective de todos
los tiempos no me lo tenga en cuenta. Todavía espero sentarme en el viejo sofá
para disfrutar de una maravillosa sesión de violín a cargo de un gran
concertista, mientras tanto puede acabarse el mundo, me daría exactamente igual.
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