El Padre Brown



    Estoy volviendo a recuperar lecturas de aquellos héroes juveniles que corrían aventuras  que me encantaba leer, algunos de esos primeros protagonistas no eran grandes titanes, ni semidioses imposibles de vencer, eran personas de lo más normalitas, pero con un gran intelecto.

   Uno de estos era el Padre Brown, del conocido escritor G.K. Chesterton, ese sacerdote católico al que no se le escapaba ni una. El creador de este personaje, es decir Chesterton era un tío grande, físicamente hablando, un verdadero hombretón de 1,90 m. de estatura, (probablemente midiese algún centímetro más) y 130 kg. de peso, vamos, como para darle de comer a parte o invitarle un día a desayunar, menuda ruina, un terror de la despensa casera, un perfecto amigo para el “Carrefure”, un “Nosvamosalcampo”, etc., etc., esos lugares de hoy día donde solemos hacer la compra.

   A nuestro buen amigo Chesterton lo solían definir como ‘conservador’, pero para mí lo más importante de todo no son estas menudeces que tanto suelen gustar al personal, sino más bien que fue el creador de ese personaje al cual nos estamos refiriendo hoy, que es ni más ni menos que el Padre Brown. (Recuperado por algún canal de TV en nuestra TDT española.) Creo recordar que empecé a leerlo con 14-15 años en aquellas ediciones semanales que publicaba la Editorial Bruguera con su “Club del Misterio”, bajo el título ‘Las aventuras del Padre Browm’, que en su tiempo me encandiló, y que hoy día al recordarlo me pone una agradable sonrisa en la boca, sobre todo cuando hago memoria y evoco esas narraciones, donde siempre iba acompañado de un gigantesco paraguas, (¿será por eso que aparece en uno de mis libros ‘Amapolas al borde de la carretera’ ese dichoso paraguón que a veces lleva uno de los personajes protagonista?) resolviendo los problemas de forma práctica, y sobre todo porque es un gran conocedor del alma humana. Tanto confesar y confesar a tú prójimo puede tener más convenientes que inconvenientes… Siempre me acordaré de estas particulares aventuras sacerdotales porque:


“…las cosas no son como parecen, y que muchas cosas las decimos sin pensarlo mucho, por eso suceden muchas cosas”.
(Razonamientos lógicos de nuestro sacerdote)

    Esta creación suya está inspirada en alguien real, concretamente el Padre John O’Conor, que es el ‘culpable’ de la conversión de Chesterton al catolicismo. Muy fino tuvo que ser el señor clérigo porque tiempo atrás a G.K. le gustaba mucho el tema este del esoterismo.

   El Padre Brown no siempre está solo, en ocasiones es ayudado por un criminal reformado, y que responde al nombre de ‘Flambeau’, (y no me estoy refiriendo a un restaurante con nombre francés y tres estrellas Michelin en su lujosa y ostentosa entrada, donde relucen más que todo el firmamento junto), una pequeña asistencia que no le viene nada mal. Vamos, un perito en el tema para apoyarse en sus decisiones.

    Tengo la convicción de que el P.B. es un alter ego del mismo Chesterton, o un medio por el cual él puede dar a conocer su punto de vista, y pudiera ser el contrapunto de otro de mis ídolos de juventud, (lo siento pero es que a mí los futbolistas y cantantes no me van) el perspicaz Sherlock Holmes, (estamos tocando palabras mayores) y aunque como lectores siempre tenemos que seguir creciendo, no está mal que de vez en cuando recordemos nuestras viejas lecturas.

Nuestro protagonista de hoy: G.K. Chesterton, creador de un gran e inolvidable personaje


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