Un destripador de antaño
Un destripador de antaño – (Emilia Pardo
Bazán)
Corto de café: La pobre huérfana.
Supersticiones
y leyendas
Introductio:
“La leyenda del
‘destripador’, asesino medio sabio y medio brujo, es muy antigua en mi tierra.
La oí en tiernos años, susurrada o salmodiada en terroríficas estrofas quizás
al borde de mi cuna, por la vieja criada…”
Desde este
silencioso blog que algunos leéis no vamos a negar que tenemos una pequeña
(gran) debilidad por doña Emilia, una de las grandes relatistas
(cuentistas) de nuestro país, con una pluma fuera de lugar.
“La Bazán” como decía mi buenísima (en el sentido docente de la palabra) profesora de literatura en el extinto 3º de BUP, era una fuera de serie, utilizando el laísmo con un gran respeto, y nosotros, no íbamos a ser menos. En “Un destripador de antaño”, Pardo Bazán nos quiere mostrar una cosa. Basándose en una leyenda de la amada Galicia -que siempre llevaba en el corazón- y del mundo fantástico latente en su cabeza, critica la ignorancia del pueblo llano, lleno de supersticiones y tradiciones, reflejados en la perdida aldea de Tornelos, que como todo lugar que se precie tiene la consabida y milagrosa santa, a la que todo el mundo venera. Un asunto más, nadie como ella para describir no solo a sus gentes, también a las típicas aldeas de su tiempo en lo más angosto de su tierra.
Argumentum:
En
un mundo lleno de lugares tenebrosos y gente dominada por la ignorancia, corre
el rumor que un siniestro asesino acecha a las mujeres, en especial a las
muchachas en lo profundo del bosque, habladurías sin peso alguno que recaerán
sobre el boticario de la ciudad más cercana (Santiago de Compostela), que
utiliza el ‘unto’ de sus víctimas para elaborar las medicinas que
después venderá en la botica.
Minia,
pobre huérfana es una víctima que pasa las de Caín en compañía de sus tíos,
trabaja sin descanso todos los días, de la mañana a la noche, sin respiro, y
ella, en su simple inocencia busca refugio en la protectora del lugar, Santa
Minia de Tornelos (con la que tiene un gran parecido). Debido a la falta de
dinero, la poca disposición para el trabajo de sus seres más allegados, y una
época de malas cosechas, los pérfidos familiares deciden venderla al murmurado
boticario, para que el cuerpo de la pobre cría sirva como medio y misterioso
curativo de los males del prójimo, pero el destino de la huérfana Minia, ya
está marcado de antemano.
Ultílogo:
La
pobreza, la superstición, el alejamiento y la ignorancia suelen traer estas
cosas, que uno se crea cualquier cosa, que uno se quede envuelto
en un mundo lleno de misterios, de irrealidades, que al final se convierten en
algo real y palpable, y creyéndose hasta la mayor de las estupideces,
hasta el punto de cometer un asesinato.
Los mitos
siempre han tenido su espacio en esta sociedad que nos rodea, ya sea rural o
urbana, pero fuera de contexto pueden resultar verdaderamente peligrosos, y la
supervivencia puede jugarte malas pasadas, sobre todo como he dicho
anteriormente si las sacamos fuera de lugar. Un relato que como todo relato que
se precie tiene su consabida moralina.





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