El hombre en el estuche
El hombre en el estuche – (Antón
Chéjov)
Corto de café: Érase una vez un hombre encerrado en sí
mismo. (El individuo al que no le gustaban las bicicletas…)
El
profesor Belikov
“Belikov también trataba de esconder sus pensamientos
en un estuche. Para él, solo eran claras las circulares gubernamentales y los
artículos de periódico en los que se prohibía algo. Cuando en una circular se
prohibía a los alumnos salir a la calle después de las nueve de la noche o en
algún artículo se condenaba el amor carnal, para él estaba claro: prohibido y
punto”.
Introductio:
En el año
1898 es publicado en la revista Ruskskaya Mysi este relato, en él se nos
narra la vida de un hombre encerrado en su más terca rigidez, en el
conglomerado de normas de este extraño mundo, y en la ley hasta el máximo de
los extremos, convirtiéndose en un personaje cargante, agobiante, del cual todo
el mundo huía, evitaba y esquivaba, porque en la mayoría de las ocasiones
podemos decir que era un verdadero acusador y acosador de sus
convecinos y compañeros de trabajo, acusándoles (vuelvo a repetir esta
palabra) en todo cuanto hacen.
Argumentum:
Este personaje que os hemos
presentado es un profesor de griego apellidado Belikov, con un comportamiento
muy particular, entre otras cosas huye de los sentimientos, casi podiamos decir
que los rechaza, pero el asunto, la cuestión en sí no queda ahí. Es un ser normativo,
porque según sus palabras, cualquier acción que efectuemos en la vida tiene su
debida regla, y eso sucede desde que el mundo es mundo, hasta la vestimenta
demostraba lo férreo de su persona, de su ser. El se defiende de el mundo -aunque
en realidad él es contrario al mundo-, vive en un estuche, en una
caja, en un armazón del cual no quiere salir.
La historia es contada por unos
cazadores en una noche tranquila, en un día cualquiera, entre dos amigos que
comparten esa cinegética pasión. “El hombre en el estuche”, “Las grosellas” y
“Sobre el amor” forma parte de lo que se conoce como ‘la pequeña
trilogía’. Con estos tres ejemplos podemos decir que Chéjov es uno de los
grandes cuentistas de la historia.
“Solo
quiero una cosa: advertirle, Mijaíl Sávvich. Es joven, tiene un futuro por
delante y debe conducirse con mucha prudencia. ¡Y, sin embargo, qué manera de
despreciar las normas! Anda por ahí con camisa bordada, siempre con libros bajo
el brazo, y ahora, encima, la bicicleta… Si se entera el director y luego el
inspector… ¿Qué pensará la gente?”
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