Club de lectura para corazones despistados
La chica del
cepillo:
Vivimos
en un mundo donde la velocidad, las prisas, el estrés, dedicar horas y horas de
tu vida a una empresa que nada te agradece, está a la orden del día. Somos
esclavos de un sistema que nos lleva a donde quiere, siendo como un pequeño
barco que el mar, temporal o corriente nos mueve a su antojo, un barquito de cáscara
de nuez.
Cuando
llegamos a casa y cogemos un libro, queremos algo que nos libere, nos
entretenga del agotador día que hemos tenido y, que la lectura nos traslade
hacia otros idílicos lugares, que no necesariamente tienen que estar en el
extranjero. Mónica Gutiérrez tiene el don de hacerlo, pues después de haber
leído ‘La librería del señor Livingstone’, en Londres, nos
transporta en un abrir y cerrar de ojos hasta un hermoso y paradisíaco pueblo
pirenaico, llamado Trevillés, donde el amor, el paisaje, los libros y una
historia pasada que la protagonista quiere olvidar, convertirán el relato en
una historia “buenrollista”, como diría Parvati, una de las
protagonistas, miembro activo de un club llamado de las ‘Tejedoras’,
donde también forman parte hombres, que sin duda alguna nos cautivará.
Abril es una persona que huye, quiere encontrarse así misma, empezar de nuevo, no reconvertirse, porque esa palabra es un invento de los políticos. Ella llega al pueblo de su infancia, a la gran casona familiar, propiedad de la abuela, que en el interior guarda un gran tesoro, una enorme biblioteca, que además sirve, valga la redundancia como biblioteca pública, eso sí, guardando unos horarios, donde además había un pequeño pero animado club de lectura y, los que tenemos el honor como yo de participar y pertenecer a uno, nos toca la fibra, porque un club de lectura es… la hostia.
Esta
solitaria chica de corazón despistado, acepta la propuesta de su abuela
para pasar una temporada en el pequeño pueblo, pero no va a salirle gratis,
tiene que aceptar de antemano las condiciones que esta le impone. La primera es
encontrar unas vasijas perdidas en el jardín y, la segunda cae de cajón,
reabrir el antiguo club de lectura de Trevillés.
Los libros nos evaden, nos enseñan a
respirar debajo del agua, nos consuelan del ahogo de la vida, pero una cosa es
lo que nosotros queremos y otra cosa es lo que la vida nos depara. En un corto
espacio de tiempo aparece Alex, otra alma solitaria que también posee un corazón
despistado, entrando en su vida como un elefante en una cacharrería, sin
violines ni pianos de fondo, en lo alto de una escalera de mano, apoyada en un
enorme pino, donde a los pies de la misma -me refiero a la escalera- había un
husky siberiano, que ella confunde con un perro lobo, que respondía al nombre
de Wolfie.
Como
siempre, por lo menos en los libros que he leído de ella, los personajes
secundarios adquieren un papel muy importante, con mucho peso en la historia,
ese es el caso de Parvati, la charlatana Lola, el policía local, al que todo el
mundo apoda “el Grinch”. La autora nos aclara que en esta historia buen
rollista, ‘nadie se salva solo’.
Trevillés y sus nobles gentes te
engancharán, eso te lo digo por experiencia, porque mi mujer es de un coqueto
pueblo astur, perdido en las montañas, de tan solo 35 habitantes, de ahí que me
sintiese identificado con la historia y el lugar, la diferencia con Trevillés
es que no tiene biblioteca, ni club de “Tejedoras”. La lectura me ha
recordado a ‘La librería en la colina’, pero me ha gustado mucho
más la narración de Mónica Gutiérrez con diferencia, además, es mucho más
cercana, es más mágica y tiene un aurea que supera por mucho a la famosa
librería de Sopra la Penna.
Post scriptum:
No
importa que el Grinch siga gruñendo a tus espaldas, en el fondo es un
buen paisano. El mundo todavía está a salvo de su destrucción total, todavía
hay buena gente dispuesta a echarte una mano. Si alguna vez nos sentimos
perdidos o aturdidos, ya sabemos muy bien a que lugar debemos acudir, quizás
nos sea más fácil encontrar el camino, pero recordar, ‘nadie se salva
solo’.
Todos
podemos renacer, tan solo tenemos que abrir nuestras ventanas, para que entren
esos nítidos rayos de sol que nos transmitan esperanza, ya verás como nos
llenamos de energía. Una bonita historia de amor que no es para nada
empalagosa. Un apunte más, acércate hasta el club de lectura y ya verás como
disfrutarás del mismo. “El mundo, tarde o temprano, acaba por
encontrarte”.
Muchas gracias por acercarte un ratito hasta la única bibliboteca de Trevillés y escuchar a las tejedoras. Un abrazo grande!!
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