Viaje alrededor de la Luna


“Todo es por culpa de la Luna, cuando se acerca demasiado a la Tierra todos se vuelven locos”.

(Willian Shakespeare)

 

              Continuamos con la travesía que iniciamos tiempo atrás cuando nuestros tres amigos de forma inconsciente o aventurera decidieron la locura de introducirse en la gran cápsula espacial que les llevaría al desconocido espacio, ignoto lugar del cual todos sabían mucho y nada conocían, así que el viaje de estos tres amigos y conocidos nuestros sería una gran oportunidad para intentar saberlo todo, es decir descubrir que es lo que había al otro lado de las estrellas, junto al llamado lado oscuro de la Luna (que todavía sigue siendo desconocido para todo bicho viviente), con unas panorámicas del planeta Tierra que en aquellos tiempos era muy difícil de admirar.

              Una aventura mucho más animada que el anterior libro “De la Tierra a la Luna” donde nos encontrábamos con pasajes bastantes monótonos, demasiadas medidas y pesos no solo de la época, sino también del mundo anglo-sajón, con muchos circunloquios que no llevaban a ninguna parte, y a medida que avanzaba la lectura se me hacía mucho más pedante el presumido aventurero francés que respondía al nombre de Michel Ardan, (un trotamundos que se presenta voluntario para todo) como ha sucedido en esta misma historia, donde los grandes conocimientos del presidente del Gun-Club llegan a la prepotencia con este sabelotodo que es el bisabuelo de la Wikipedia, o de otra gran olvidada de estos tecnológicos tiempos mi querida y admirada enciclopedia Encarta.

“Si la Luna lo contase todo acabaría dando sorpresas”



Imaginación al poder, porque ya quisieran los astronautas de hoy día viajar al estilo de nuestros protagonistas, con buenos divanes para estar cómodos, buena temperatura, ambiente cálido como un buen loft en el centro de la ciudad, comer y cenar opíparamente, trasegando buen vino francés entre almuerzo y almuerzo, junto a una nave que sería la envidia de los grandes constructores espaciales del S.XXI, una Challenger o Voyager que quisieran para sí la NASA o la Agencia Espacial Europea, el precursor  entre otros del famoso avión a reacción francés “Concorde”, el del pico torcido.

              Imaginación, sí (vuelvo a repetir esta palabra) porque estamos en unos tiempos faltos de la misma, mientras que Julio Verne iba sobrado. El ideólogo del futuro, de los inventos, de épocas en donde las cosas que son de lo más normales para nosotros eran de ciencia-ficción para otros. Un hombre dotado de una hermosa locura que transcribió a sus libros y que un poco más adelante se hizo realidad.

              La mayoría de las cosas que inventó en esa hiperactiva cabeza que nunca paraba de pesar y funcionar fueron catalogadas de locura humana, mientras que hoy se ven como hasta donde es capaz de llegar la mente con su conocimiento, dando ese salto a las grandes aventuras cuando parecía que todo estaba descubierto, una agradable caminata hacia otros lugares ahora más accesibles.

“Solo porque la Luna está lejos no significa que tengas que resignarte a alcanzarla”.


 

Ultílogo:      

              Sigo pensando que junto a su compañera “De la Tierra a Luna” son de las dos novelas más flojas de Verne, y comparto la opinión de algunos lectores al respecto, se va desinflando a medida que avanza la novela, no teniendo ningún atractivo como relato de aventuras, en donde el autor peca de falta de argumento, con “demasiados tópicos y bastantes típicos”, como si lo francés o americano son lo más, donde algunos momentos es irregular, llegando a aburrir, donde no es necesario leerla, por tanto la superficie lunar nos queda demasiado lejos, porque tenía que ser mucho más entretenida.


              El problema surge en el momento de mostrar los conocimientos científicos, sobre todo del `presi’  Barbicane que llega a ser bastante tedioso. Una lectura con luces y sombras e incluso con altibajos, quizás algo sobrevalorada, lo que no quita mérito para que Julio Verne siga siendo un mito dentro de los genios de su especie, es decir a él sí que se le pueden perdonar ciertas cosas.

“Lo más sorprendente de todo es que esté tan cerca y aún así sea tan desconocida”.

 

  

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