De la Tierra a la Luna
“Quedaba en último término la
clase supersticiosa de los ignorantes, que no se contentan con ignorar, sino
que saben lo que no es, y respecto a la Luna sabían demasiado…”.
Todavía me acuerdo cuando hacía
cola los sábados por la mañana en la fila del Bibliobús, y el malhumorado del
bibliotecario, un verdadero ‘moscorrupio’
bajaba a Dios y todos los santos del
cielo, pues nunca dejaba de protestar. Era el conductor del furgón cargado de
libros el verdadero alma mater del
mismo. Nos comentaba las novedades y si queríamos algún libro en cuestión, él
ya lo sabía de antemano porque se lo hacíamos saber la semana anterior, nos
decía si ya lo habían sacado en una de las paradas anteriores a la nuestra.
Recuerdo que era un hombre dotado de una memoria prodigiosa, nosotros decíamos
en broma que era el inventor de todas las señales del mundo y de los universos
lejanos, si es que los había.
Fue en el Bibliobús con 12-13 años
cuando leí por primera vez este libro de Julio Verne, la segunda fue en la
biblioteca personal de mi abuela, hubo una tercera con un ajado ejemplar de la
Biblioteca Municipal de mi ciudad (Gijón), y finalmente una cuarta en ebook,
con una edición del año de la polka, con un lenguaje un poco-mucho anticuado
para estos tiempos, -lo que hizo que la
lectura resultara bastante pesada-, con momentos digamos de…tedio.
Todas las veces, tras terminar la
lectura me ha parecido lo mismo, es la novela (aventura) más floja de este gran
visionario y genial autor, que vuelvo a repetir es pesado hasta la saciedad,
con demasiadas medidas, demasiados datos, aunque vinieran a cuento y mucho más
en aquella época que le acusarían de loco perdido. Demasiados pesos, muchos
circunloquios, quedando uno extenuado de tanto conocimiento enciclopédico, (para
eso me compro la Espasa o un fantástico María Moliner) y demasiada soberbia
americana, como diría aquel…”manda güevos”, junto al ensalzamiento como buen
francés que es de la grandeza de su país, -yo haría lo mismo-, mostrando así
que en aquellos no lejanos tiempos eran las dos únicas naciones importantes
bajo la faz de la Tierra, pienso que por eso se largan a la Luna, para hacerlas
más grandes aún.
Para recaudar los tan necesarios
dineros se hace una encuestación, una donación mundial, donde todo el mundo
casca sus buenos billetes a tutiplén menos España, que solo saca de sus arcas 110 reales, y eso me ha dolido bastante
porque salen otros países donde comenta que sus donaciones han sido más
generosas que en nuestra nación, a la que tacha de tacaña, además no deja nada
bien a los científicos, aunque en una
parte tiene razón.
Me he quedado hasta las narices de
los miembros del tan cacareado Gun-Club
y su prepotente, resabiado y agonizante americanismo, hasta los mismísimos del
presidente Barbicane, autor de la idea esa de lanzarse al espacio en busca de la conquista lunar, de su
archiconocido enemigo capitán Nicholl y del sobrado aventurero francés, como no
podía ser de otra forma, que responde al nombre de Michel Ardan, sin olvidarnos
del secretario del club de los amigos del cañonazo americano J.T. Maston que
parece un antepasado de ese malo, malísimo presidente que todos hemos sufrido,
proveniente de las tierras del otro lado del mar con un apellido onomatopéyico.
En resumen, un libro aburrido a rabiar.
Como dice un amigo mío, si te
gusta un grupo de rock necesariamente no tiene porqué apetecerte escuchar todas
las canciones, ya que en la saca habrá de todo, buenas, malas y horribles. En
este caso me ha pasado lo mismo, me gusta el autor pero no este título en
cuestión, (será la segunda crítica negativa seguida que hago en esta silenciosa
bitácora, y además lo siento de verdad), ya que se ha convertido en una de esas
aventuras vernianas que pasarán por mi biblioteca sin pena ni gloria, y eso que
llevo cuatro lecturas de la misma, que no digan luego que han faltado
oportunidades por mi parte, pero para un autor tan prolífico como Verne es muy
difícil mantener tantos títulos sobre el pedestal, -el sí lo ha conseguido- otros cáncamos no pueden decir lo mismo.
Alabado sea.
No por eso dejaré de leer al gran
Julio Verne, todavía en la biblioteca hay muchas historias para recordar y
descubrir, además queda por saber que les ha ocurrido a estos tres individuos
lanzados dentro de una enorme cápsula al espacio exterior. Eso es algo que el
Sr. Verne nos tendrá que responder, y ya
tengo preparada esa lectura para salir de dudas.
Comentarios
Publicar un comentario