El fantasma de Canterville
Es un choque de culturas entre las recias y antiguas
costumbres británicas, góticas y victorianas, muy apegadas a lo que es ‘muy
suyo’ y la modernidad procedente del Nuevo Mundo, de una sociedad americana que
siempre intenta estar a la cabeza de todo aquello que signifique avance y
sentido común.
Una
familia americana –los Otis-
compuesta por un matrimonio con hijos, la hermana mayor una hermosa adolescente
llamada Virginia y sus hermanos pequeños, dos traviesos gemelos compran una
antiquísima mansión a los Canterville, familia de alto abolengo con fantasma incluido,
un terrible espectro que responde al nombre de Simón de Baskerville que ha
aterrorizado por generaciones a los habitantes de la casa y a sus invitados, un
ente que con solo pronunciar el nombre atemoriza.
Los
nuevos ocupantes no están dispuestos a dejarse amedrentar por semejante ser e
intentan espantarlo. Los gemelos con sus diabluras, gastándole más de una broma
que hace bajar la moral al espectro de Canterville, mientras que el matrimonio
lo hace usando el sentido común, -siempre
bajo la fina pluma e ironía de Oscar Wilde- aconsejando al pobre fantasma
que utilice aceite para sus cadenas, jabón e incluso llega un momento en que un
desesperado Simón de Canterville roba los colores del cajetín de pinturas de la
pobre Virginia para intentar cambiar las manchas de sangre con llamativos
colores en suelo del salón, pero tan solo consigue que se rían de él, pasando
al mayor de los olvidos, algo que deprime al antes orgulloso fantasma.
La
adinerada familia proveniente de los Estados Unidos convierte al hinchado
fantasma en un atormentador atormentado. Es un relato ameno con divertidos
toques de humor, un ente que de
martirizar a su propia descendencia pasa a ser un pobre individuo que huye con
el rabo entre las piernas desde la llegada de la familia Otis a sus dominios,
lugar de donde deja de ser la estrella a convertirse en una pobre sombra que no
solo pulula por los pasillos, también huye hacia sus más escondidas habitaciones
rumiando el fracaso, un gran fracaso que mancha un triste presente, ya que su
pasado siempre estuvo lleno de victorias, y la derrota era algo desconocido
para él, eso está siendo muy difícil de llevar.
Una
sociedad que evoluciona, unas épocas donde lo encantando, fantasmagórico y
tétrico va quedando atrás. Una parodia sobre el más allá, un relato que a pesar
de todo Wilde sigue guardando el estilo con ripio y rococó de la época, quizá
algo cursi para nuestros días, pero una historia que marcó y marcará época,
siempre atemporal en el tiempo, porque siempre habrá buenos momentos para
reírse de los fantasmas.
Es
una historia de la cólera de este fantasma por no poder ejercer bien su trabajo
pasará a la historia, un espectro víctima de las travesuras de dos niños, un
buen final, muy, muy de la época. En resumidas cuentas, puede ser un libro para
superar las expectativas de más de uno, y no olvidéis una cosa: “el almendro estéril también puede tener
fruto, una chica pequeña puede llorar para otro, entonces…Canterville podrá
alcanzar la paz”. ¿Leerás tú este corto relato para saber cómo se logra?
Hola!
ResponderEliminarWilde es uno de mis escritores clásicos favoritos desde que leí La importancia de llamarse Ernesto y El Retrato de Dorian Gray. Gracias por la reseña que has hecho sobre El fantasma de Canterville. Por cierto, formo parte de la iniciativa Seamos Seguidores. Te dejo los enlaces de mis dos blogs, por si te apetece darte una vuelta por ellos, seguirnos y comentarnos :
Saludos desde http://mariainwonderlandbook.blogspot.com/ y http://mariainmagazine.blogspot.com/