Caníbales y reyes
Marvin Harris era un famoso antropólogo
americano, muy conocido por los diversos estudios realizados a lo largo de su
vida, -con varios libros publicados- y defensor del denominado ‘materialismo
cultural’, es decir que a lo largo de nuestra existencia como sociedad
nos van surgiendo problemas de diversas clases, y nosotros tenemos que ir
adaptándonos a los mismos o solucionándolos, además es un firme defensor –algo que le ha costado sus detractores- del ‘determinismo
cultural’, somos moldeados y
actuamos según el entorno social o las circunstancias en las que nacemos y nos
toca vivir.
Apoyando
sus teorías Harris nos lleva en un viaje a través de la historia, para
intentarnos explicar y al mismo tiempo dar respuesta a una serie de enigmas que
nos pueden resultar curiosos, donde siempre hemos querido saber el porqué de
los mismos. Muchas veces nos hemos preguntado como una sociedad actúa de forma
diferente a otra, también puede ocurrir todo lo contrario, culturas que están
separadas por miles de kilómetros y que nunca han tenido contacto entre sí
actúan de la misma manera Harris era un famoso antropólogo americano, muy
conocido por los diversos estudios realizados a lo largo de su vida, -con varios libros publicados- y defensor del denominado ‘materialismo
cultural’, es decir que a lo largo de nuestra existencia como sociedad
nos van surgiendo problemas de diversas clases, y nosotros tenemos, teniendo
más puntos en común de los que les separan. Llegados a este punto nos damos
cuenta de una cosa, que para esta sociedad que avanza a pasos agigantados es
importante no solo comprender toda la tecnología que nos rodea, también debemos
entender las diferencias de raza, religión, sexualidad e incluso lingüísticas,
sin olvidarnos tampoco de las diferencias culturales que observamos, porque
dependiendo en que parte del mundo estemos el comportamiento humano, como sus
costumbres puede ser diferente, tampoco sin olvidarnos de los distintos
patrones sociales que pueden ir surgiendo.
Misterios
que parecen sin solución y otros a los cuales no encontramos la salida parece
que tienen respuesta si vamos a la raíz de las mismas. Uno no actúa así porque
así, todo tiene un principio, es desde ahí donde debemos empezar a investigar.
El autor nos hace una serie de preguntas para que el lector piense, obligándole
a ver como el contexto, aquello que envuelve el momento de lo que está
ocurriendo afectará al resto de las cosas que ocurran después, de ahí que
pregunte de forma retórica si será más fácil vivir en el futuro que en el
presente, y deja una cuestión bien clara, una advertencia, pues como
observadores que somos cuando estudiamos o investigamos algo en particular
nunca debemos vernos como cultura superior, como que estamos un escalón por encima,
mirando con inferioridad a todos aquellos que no se asemejen a nuestras
costumbres, viendo las suyas como auténticos barbarismos.
Tenemos que luchar contra varias cosas, como
la ignorancia, el miedo y si descubrimos algo que no nos gusta jamás debemos negar
la evidencia de los mismos por el simple hecho que entran en conflicto con
nuestras propias ideas. Nosotros vemos lo más natural del mundo comer patatas fritas, os imagináis que en un
futuro cuando estudien nuestra cultura se vea como algo extraño. La normalización en pleno S.XXI parece ser
una palabra de difícil comprensión.
Nosotros
como individuos nos hemos ido amoldando a las situaciones que nos iban
surgiendo, llevando al planeta a un empeoramiento del medio ambiente y de las
condiciones de vida. Harris nos comenta que la tan hablada era industrial en la
cual vivimos es una falsedad, planteándonos la idea de volver a recuperar ‘otros niveles de calidad de vida’ que
disfrutaron en otros tiempos, porque si es verdad que tenemos tantos
beneficios… ¿Serán permanentes? El autor reconoce el fracaso de nuestra
tecnología, a pesar de todas las cosas buenas que ha traído, pero culturalmente
todavía no estamos tan adelantados, y en la Edad de Piedra solo se trabajaba
para el sustento, mientras que ahora trabajamos más de la cuenta para poder ‘sustentar’ todos los beneficios de los
cuales disfrutamos, recordando también que en el pasado el campesinado chino o
egipcio trabajan el doble que sus antepasados, más que los hombres de la Edad
de Piedra, pues no lo hacían para ellos sino para el gobernante o tirano del
momento, quedando bien claro con estos ejemplos que la Edad de Piedra no fue
tan de piedra y la Edad Media tan oscura como nos quieren hacer ver.
Harris
nos recalca algo muy importante dentro del comportamiento humano, desde el
principio de los tiempos cualquier cosa realizada por el ser humano siempre ha
tenido en cuenta el denominado coste-beneficio.
Si este es positivo se sigue hacia adelante con lo que había previsto,
efectuando los cambios que fueran necesarios, sino es así retrocedía, volvía a
empezar y hacía nuevamente los cálculos desde cero, siempre teniendo en cuenta
que esas previsiones de este coste-beneficio,
se hacían conforme a la situación histórica del momento, sin olvidarnos de
un segundo punto que no podemos pasar por alto, la situación social de la
población en ese momento, el status al cual pertenece, porque las obligaciones,
derechos y privilegios podían ser bien diferentes, ya sea una comunidad pequeña
o una gran población.
Hemos
comprendido de esta manera como desde nuestra salida del paraíso, desde aquella
manzana de la discordia que tantos quebraderos de cabeza nos ha traído que
todos los estilos de vida surgidos pueden tener una causa explicable, no salen
al azar, porque siempre hay una causa que los produce.
La
humanidad ha contemplado y vivido épocas de todo tipo, desde cuando alguien
tuvo la feliz idea de plantar una semilla y esperar que sucedía, hasta individuos que abandonan el grupo de
convivencia por no estar de acuerdo con las normas establecidas, siempre ha
entrado en acción la teoría coste-beneficio
para saber cuál es la mejor opción posible ante esta nueva situación.
Desde
el principio de los tiempos nos hacemos preguntas, muchas de las cuales parecen
difíciles de responder, y en muchas ocasiones las respuestas no parecen tan
complicadas si observamos el comportamiento junto a la capacidad de adaptación
que tenemos al entorno en el cual nos movemos.
Es el entorno quien produce todos los cambios, conductas y comportamientos del ser humano durante la existencia, así ha sido desde el principio de los tiempos, el coste-beneficio de una actuación siempre ha estado en la balanza buscando siempre el mejor de los resultados.
Un
ejemplo de esto lo podemos ver en las guerras, como sus motivos, para saber
cuál es la mejor opción posible ante esta nueva situación. Uno no hace la
guerra así porque así, porque me da la gana, hay un montón de factores que
influyen en ello, como por necesidad de anexionar nuevos territorios, es decir
por beneficio propio, ayudando a un aliado, es decir esas guerras solidarias que se han llevado a cabo a
lo largo de toda la historia, también surgen debido a nuestra propia naturaleza
humana o simple y llanamente por política.
Siempre
hemos vivido en comunidad, atados a unas normas, siguiendo las pautas que nos marcan
los gobernantes de turno, se han pagado tributos, impuestos y también se ha
recibido beneficios de estar bajo la tutela de un determinado régimen político.
Esos derechos y obligaciones también están marcados por la pauta coste-beneficio, porque para llegar a
tener una estabilidad y fidelidad que todo ciudadano y gobernante desea antes
hay que pasar por una serie de procesos más o menos costosos, que produzcan los
menores inconvenientes y siempre sin agotar los recursos que sean necesarios
para lograr tales fines.
La
religión puede ser un motivo suficiente para motivar a la población a que actúe
de diferentes maneras, como la ingestión o no de ciertos alimentos por
considerarlos prohibidos, nuevamente entra en acción el coste-beneficio de este
tipo de actuaciones, se prohíben ciertos alimentos se fomentan el consumo de otro bajo el
auspicio de una mejor dieta, consiguiendo que en muchos lugares hubiera una
mejora en la calidad de vida, eso sin tener en cuenta el control de la
natalidad en épocas de un peligroso aumento demográfico donde podía peligrar
los recursos agrícolas, naturales y animales de una determinada zona. Mirando
hacia atrás en el pasado comprobamos el resultado de esta realidad ya que los impulsos espirituales han estado muy
presentes en la vida y en las acciones de las personas, ya que muchas
religiones han sido patrocinadas por los gobiernos. Mirando nuevamente el coste-beneficio del control político de
la población a través de la religión vemos que mandaba más el control del mismo
que el valor moral del mismo.
Todo
esto llegó –surgió- porque la gente
necesitaba y demandaba otra serie cosas.
En este paseo por la
historia humana no todo va a ser
violencia y un paso muy importante fue la llegada de las llamadas religiones del amor, pasando de
sociedades bélicas y con cultos a dioses digamos que violentos a una nueva
fase, a un momento de la humanidad donde el más allá tomó un lugar muy
importante, donde el ser humano tendría un beneficio,
un premio, una recompensa después de
la muerte. El pertenecer a una creencia determinada podía ser el paso de una
vida para toda la eternidad o en el peor de los casos la muerte segura y el
peor de los tormentos.
Hoy
día tenemos el gran privilegio de disfrutar en general de muchos beneficios
como sociedad, pero tenemos que tener mucho cuidado en que todo este progreso
no agote nuestros propios recursos naturales, y ese es el gran problema al que
tiene que enfrentar la sociedad industrial de hoy día, donde el beneficio está
por encima de todas las cosas, es aquí donde Harris comenta que al igual que
ocurrió con muchos estados del pasado podemos convertirnos en “seres serviles”.
Para
muchos investigadores como es el caso de Harris, este cambio importante ha
resultado ser un paso atrás de la humanidad. Al principio de este trabajo
comentábamos que en la Edad de Piedra se tenía cierta calidad de vida de la
cual no gozamos ahora, como era que uno solamente trabajaba para subsistir,
pero ahora lo hacemos primero para pagar, mantener y no perder esa calidad de
vida que tenemos montada, segundo ahora somos “unos verdaderos esclavos del
sistema” ya que hemos pasado de la libertad a la esclavitud.
Como preguntaba el autor al comienzo del libro. ¿Se vivía mejor en el tiempo de las cavernas que en la actualidad? ¿Era su calidad de vida mejor que en la actualidad? Se dice que el ser humano se adapta a todo, nuestras circunstancia han moldeado y seguirán moldeando la forma de comportarnos a lo largo de nuestra existencia. Supongo que bajo esta misma premisa las generaciones futuras cuando miren hacia atrás también ser harán esas mismas preguntas cuando nos estudien.
Conclusión:
Por tanto toda cultura tiene su origen, todo tabú tiene su porque, todo comportamiento humano tiene algo escondido que podemos sacar a la luz, y es el resultado de la adaptación humana a su entorno, a buscar soluciones a una supervivencia que en muchos casos resultó difícil debido a los momentos en los que vivían. Algunas de estas “soluciones” nos pueden resultar chocantes, como la antropofagia y ese culto por la violencia de los aztecas, pero les sirvió para mantener un sistema de vida que para ellos peligraba.
¿Peligra la sostenibilidad del planeta por culpa de las megaciudades? ¿Cuál será la mejor solución coste-beneficio ante este gran problema al que se enfrenta el ser humano? Hoy
nadie es superior a nadie, los hombres y las mujeres tienen los mismos
derechos. Avanzamos como sociedad a pasos agigantados, tenemos que ir adaptando
nuestras pautas de conducta a los cambios que nos vayan surgiendo como sociedad
como sucedió en el pasado, y ese coste-beneficio
de las cosas nunca nos abandonará, porque en la balanza siempre estará el lado económico,
el espiritual y el social que siempre nos ha acompañado desde el principio de
los tiempos, sin olvidarnos de algo que en muchas partes del mundo empieza a
ser preocupante, el gran crecimiento de
la población al que hay que dar una importante solución.
Marvin
Harris es desde un autor idolatrado por muchos a ser considerado frívolo en sus
teorías por otros, pero nadie le puede negar que es ameno y claro en sus
conclusiones, acercando la antropología al gran público, teniendo lectores de
todo tipo debido a la claridad con la cual escribe.
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