Fantasmagoria


     En cada casa hay un fantasma, un espectro o incluso si me apuras hasta un elfo, todo depende de la categoría de la casa y del poder adquisitivo del dueño. Cuando uno de estos entes abandona el hogar, otro espíritu según sea su posición dentro del gremio ocupa el lugar dentro de ese mundillo fantasmagórico, que como todos tiene sus clases y cabecillas que escogen los mejores sitios, teniendo la opción de ocupar los que más les gusten.

     Si cenas más de la cuenta, si llenas en demasía la barriga tus molestias estomacales son debidas a que el fantasma de la casa  te está tocando un poco las narices, y se ha sentado encima tuyo para que pases una mala noche…

    Este relato corto realizado por Lewis Carroll el autor de ‘Alicia a través del espejo’ trata sobre un hombre de mediana edad, con la correspondiente casa encantada, donde habita un fantasma con muy poca experiencia, que ‘le da la noche al propietario de la misma, con una turra increíble, contándole como es su vida’ y cuáles son las reglas del denominado mundo espectral, que como todos tiene  estatutos, normas y argumentos, los cuales hay que cumplir a rajatabla –recordemos que es un mundo muy cerrado-. Una breve narración que se lee del tirón, que es de estilo gótico-victoriano de la época. Un clásico relato para leer en una noche de invierno, en una buena butaca frente al fuego y acompañado de una copa de coñac.

    Un fantasma que entra y sale de tu casa cuando le viene en gana, que va de listo y no tiene idea de nada, un espectro de tercera que presume de lo que no tiene, que en algunos momentos me ha recordado a los viejos caballeros castellanos, arruinados, sin un duro, que presumen de estirpe y linaje, no teniendo ni un duro en el bolsillo, ni un buen pedazo de tocino para meterse en la boca, por último como única propiedad una estirpe de alto linaje venida a menos con el paso de los años, como los espectros de ‘Fantasmagoria’.


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