No es país para viejos




Pensamientos en tiempos de cuarentena
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    ‘No es país para viejos’, eso es lo que dicen y piensan algunos. Hace tiempo escuché una frase que me hizo mucha gracia, que en un principio no presté demasiada atención, y hoy he vuelto a oír. “Las personas mayores de cuarenta años no saben idiomas y tecnológicamente están atrasadas”. Me lo dijo así, tan tranquilamente delante de mi cara, como quien se está tomando un helado en el borde de la playa mientras las frescas olas del mar bañan sus pies, en vez de enviarle con toda la fuerza del mundo a estrellarle contra las rocas para ver si espabila de tanta tontería mental, para luego agregar ante mí extrañeza lo siguiente: “Bueno lo máximo que pueden llegar a manejar y a medias es un ebook, sin sacar el máximo partido del mismo”.

    Esto lo ha dicho una persona que está más cercana a los cuarenta que a los treinta, yo sin embargo ya he pasado de los cincuenta, por tanto desde su punto de vista soy una de esas personas anticuadas, que me he quedado en la época de las ruedas de molino, un individuo más del  prosaico neolítico, pero como todo individuo de mi generación y perdonarme la falta de modestia…”vamos ‘sobraos’ de recursos”. ‘Sí, no es un país para viejos’, es un lugar para modernos, donde la gente güay campa a sus anchas. Las librerías de lo viejo han pasado a un segundo plano, las bibliotecas, nuestros oasis del alma en las grandes ciudades son utilizadas a medias ‘sin sacar el máximo partido de las mismas’, y los libros de tapa dura con su correspondiente hoja gruesa parece ser que han volado de nuestras estanterías. ¿Alguno se acuerda que fue del Bibliobús? En el barrio donde vivía había “hostias” en la cola por conseguir estar de los primeros en la fila, utilizando la fuerza bruta si era posible, así que ocupando un lugar prominente en la misma podías coger los libros más solicitados, tenerlos en tus manos antes que nadie y así no tenías que esperar hasta el sábado siguiente para intentarlo. Eso sí que eran buenos tiempos y saber apreciar los libros, estamos hablando a finales de los 70’s. del siglo pasado, toda una eternidad.


    No es un país para viejos’, es un país para leerlo, vivirlo y lo mejor de todo leerlo. Los ebooks son excelentes instrumentos para que los ‘viejos’ podamos leer tranquilamente en el sofá o en la cama ‘nuestros’ admirados libros sin la necesidad de aguantar el peso de los mismos, porque es verdad que hay verdaderos ladrillos y parece que en vez de un tratado o manual tenemos en las manos unas mancuernas, perfectas para hacer gimnasia. Los ebooks que tanto utilizamos las personas mayores caben en cualquier sitio, y para nosotros son un alivio en especial para mí que tengo una discapacidad, y no podemos ir con la librería a cuestas, pero sí perdernos en el desierto con tanto ejemplar, solo con el problema de cargar la batería cuando haga falta. Cuando adelanten un poco más con la tecnología del grafeno entonces no habrá “hostias” será la “hostia” porque tendremos ebooks que se podrán doblar, como si fuera una hoja de papel y meterlos en el bolso trasero del pantalón.




    Claro que es ‘un país para viejos’, es un país para desearlo, vivirlo y lo mejor de todo, para leerlo, sí es en varios idiomas mejor, porque… ¡entérate chaval! las personas mayores de cuarenta años también sabemos hablar y por consiguiente leer en otros idiomas, admirando/comprendiendo de esta manera el idioma materno del autor, aquel quien escribe en la más fina esencia.


Ya queda poco...





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