El manuscrito de niebla
“Cada vez que veo arder un libro es como
si quemaran una parte de mí”
Retornamos a la universitaria ciudad
de Salamanca, concretamente al S.XVI, y a una de las imprentas más importantes
y conocidas de la ciudad, la del impresor Juan de Porras, -hombre cuestionado en alguna de sus prácticas- ocurre un terrible
asesinato. El misterio y la intriga es aún mayor, porque en este lugar imprime
sus obras uno de los mayores gramáticos que ha dado la historia de este país,
el incomprendido, criticado y perseguido por la Inquisición Elio Antonio de Nebrija, nombre en boca de todos,
odiado por más de un catedrático debido a su empeño en eliminar la zafiedad y
barbarie dentro del Estudio
salmantino.
El magister pide ayuda a nuestro ya conocido –dentro de la serie- pesquisidor real Fernando de Rojas, el autor
de la famosa ‘Tragicomedia de Calixto y
Melibea’`, que no solo tendrá que esclarecer los hechos, es decir, quien o
quienes mataron al cajista de la imprenta, también tendrá que defender a Nebrija
por unas sospechosas traducciones al latín de la Biblia, una buena amalgama que
hará más interesante la trama.
Ultílogo:
Esta es mi tercera lectura de esta
exitosa serie tras ‘El manuscrito de barro’, y ‘El manuscrito de piedra’,
donde todos pueden leerse de modo independiente. Luis Gª Jambrina es un gran divulgador
de la historia, porque no es necesario leerse o enfrentarse a esos verdaderos ‘tochos’ de más de 500 páginas, quedando
uno abrumado ante tanta información y conocimiento, que como diría mi madre…’para eso cómprate una enciclopedia’.
“Quién
menos vale se pone de puntillas para parecer más de lo que es”
(Refranero español)
Post
scriptum:
Podríamos decir que dentro de la
narración y aventura que corren los dos personajes principales, el pesquisidor
real y el gramático Nebrija, se esconde en el interior una loa a la imprenta, el instrumento que acercó y puso el
llamado libro al alcance de todo el mundo, -glorioso
invento, sí señor, pese a quien pese- porque en aquellos tiempos el
conocimiento solo estaba disponible para el clero y la nobleza, que hasta ese
momento eran los únicos propietarios y poseedores de la cultura y el saber, no
estando dispuestos a perder ese dominio que hasta ahora habían mantenido. Ya en
aquellos tiempos un libro que competía desde la misma portada hasta el colofón
por llamar la atención de la gente, algo que sigue sucediendo hoy día.
“En
igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable”
(Guillermo de Ockham: Filósofo
franciscano)
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