La hechicera de Times Square

 



    Los detectives de mamá: (1)

              Corto de café: No hace mucho tiempo, presenté en esta bitácora del silencio una serie titulada ‘la biblioteca de mamá’, que mejor forma de conocer a una madre que mediante su extenso anaquel de libros, muchos de los cuales estaban compuestos por sus detectives favoritos´, así que, el destino ha querido que empezase con dos relatos cortos de uno de ellos, de ahí el subtitulo de corto de café. Es todo un clásico americano, el conocido y franquiciado Ellery Queen, junto al que podríamos llamar el caso de ‘La hechicera de Times Square’, parafraseando a otro clásico, como era Sherlock Holmes.

    La señorita Wichingame había tenido una hermana gemela, y mientras que en todos los aspectos físicoseran idénticas, en gustos diferían profundamente. La señorita Wichingame, por ejemplo, había mostradoya desde muy joven preferencia por la ginebra y por las juergas; en cambio, su hermana gemela consideraba que las bebidas eran los lubricantes del diablo, y poseía una moral muy rígida. Esta disparidad, por desgracia para la señorita Wichingame, se extendía también a sus gustos de hombres. La señorita Wichingame se enamoró de un hombre moreno, menudo y guapo… un español; pero su hermana, en cambio, entregó su corazón a “un puro nórdico”, según dijo la señorita Wichingame al padre Bowen… a un tal Erik Gaard, de Fergus Falls, Minnessota; un vikingo alto y serio, que pertenecía a la iglesia anglicana y que se hizo misionero…

    Un relato corto que se lee de forma rápida y destinado para los muy clásicos, para los que gustan de la novela policíaca de toda la vida, y más aún para los amantes de las historias de antaño. Una lectura muy light para los tiempos que corremos, podríamos decir que casi infantil, pero eran otros tiempos, además en este título sale un habitual de la serie Ellery Queen, como es el grandote del sargento Velie.

              La conocida como ‘La Hechicera’ era una mujer que vivía sola en un sótano de la Décima Avenida en Broadway, Nueva York, la ciudad que nunca duerme. Una dama de pelo entre gris y rubio, mejillas tersas y vivos ojos azules, que llevaba faldas largas junto a un vistoso chal. Cuando llegaba la noche se dedicaba a vender violetas, ramitos de gardenias y billetes de lotería bajo las luces de neón.

Times Square en Nueva York

              Pero… ¿quién iba a pensar que esta mujer estaba forrada? Pues sí, además de coleccionar vasos de ginebra que iban derechitos hacia el infinito del ajado estómago, tenía una buena retahíla de billetes. En una de estas, cuando la señora Wichingame, pues ese era el apellido de nuestra hechicera tuvo un ataque de ciática, asustándose por la maltrecha salud decidió donar toda su fortuna, que vuelvo a repetir, resultó ser bastante considerable. Algo estaba bien claro, la fortuna de la señora Wichingame no iría a parar a las manos de algún cantinero necesitado por mucho que le gustase la ginebra. Iba hacerlo con el único heredero viviente, un lejano sobrino hijo de su hermana gemela, que mucho tiempo atrás se había marchado junto al marido a la lejana Corea, para ser misioneros.

         El problema llega cuando aparecen dos sobrinos en vez de uno reivindicando la titularidad familiar con la ajada señora. El padre Brown, que rige los destinos de la parroquia de Todas las Almas en Times Square, pide ayuda a nuestro conocido detective, que postrado en una cama resuelve el caso sin salir de la habitación donde se haya, aliviando los males y dudas del pobre párroco, y llenando de alegría al lejano sobrino, que se ve rico de la noche a la mañana, pues venía de tener muchas penurias y miserias en la lejana Corea, donde fue perseguido y apresado por ser misionero, país del que tuvo que huir por la llegada del régimen comunista, que había prohibido todo tipo de religión.

             La forma en que resuelve el caso la deberíamos ver desde diferentes puntos de vista. Suerte, chiripa, intención, deducción. Echó el ojo al falso sobrino a las primeras de cambio. Tu decides la forma y el cómo. Eran otros tiempos. Hoy día este relato nos puede resultar una auténtica memez. Quizás, en el futuro, la violencia que se encuentra en muchos relatos de la novela negra actual, con el paso de los años y los siglos podemos verla como algo muy infantil y pacato.

 Ultílogo:

    Hablando en plata. Siento la chambonada de entrada que he efectuado hoy, pero blogger últimamente me está dando demasiados problemas técnicos y, no creo que después de doce años con el maldito blog tocándome las narices pienso una cosa, el problema no es mío, sino de ellos. Algunos usuarios del puñetero blog también me han comentado los mismo. Manda huevos.


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