19 frases del libro “El papa rojo – Gloria Olivae”

 


     Esta temporada me estoy dedicando a la relectura de títulos pasados, recordando todas aquellas frases que anoté tiempo atrás para reactivar mi maltrecha memoria y, ese, ha sido el resultado. Comentaros que esta segunda lectura de ‘El papa rojo’ no me ha parecido tan emocionante como la primera vez que me adentré en sus páginas, donde ‘Gloria Olivae’ entró por las ventanas de mi biblioteca, mi hortus conclusus tan luminoso como rayo de luz, que siempre intenta acompañar a esta silenciosa bitácora, pero, en fin, ahí van las 19 frases en cuestión, espero que os gusten.

Solo tenía una opción; desatornillar el miedo de sus pies y camino, rodeando el reclinatorio.

Y un rezagado e incontenido temblor le obligó a sujetar el blanco auricular con ambas manos.

Y aunque la muda comunicación fue excelente, ni uno ni otro cayó en la tentación de manifestarse.

Si no quería perder el control, debería fortificarse en la ingrata pero eficaz fórmula de la desinformación.

Sobre el Vaticano: en cuarenta y cuatro hectáreas se ha logrado reunir el mayor cúmulo de contradicciones (…)

Y por primera vez en su dilatada carrera profesional experimentó un irrefrenable deseo de escapar. Y, tensando las maromas de su zarandeado corazón, recorrió los semblantes de los allí reunidos.

Usted, mejor que nadie, sabe que la oscuridad también tiene sus reglas.

La verdad siempre desata la lengua del moribundo.

Sint ut sunt, aut non sit. (Que sean como son, no que no sean).

(…), hizo suyo el principio de Eurípides: “El verdadero secreto de los audaces es una estudiada prudencia”.

Recuerda las palabras de Dumas: “La esperanza es el mejor médico que conozco.

¿Recuerdas las palabras de Cicerón? La primera ley de la amistad consiste en pedir siempre cosas honestas.

(…), respeta la segunda ley: nunca preguntes a un amigo.

Puede que me esté haciendo viejo. Y ya se sabe: los defectos del espíritu, como los del rostro, aumentan con los años…

(…), no olvide que, en general, los hombres no piden ni necesitan la verdad. Les basta con que se les disfrace la mentira.

Dicen que Dios atempera el viento para el cordero trasquilado. ¿Y qué ocurre cuando sopla un tifón?

Sabes bien que lo que no pasa en un año sucede en treinta segundos…

El destino -experto jugador de póquer- es siempre el último en mostrar sus triunfos.

Quizá debe retirarme -se justificó-. La falta de imaginación es siempre el primer signo de arterioesclerosis de la condición humana…

 


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