Los viejos creyentes
“No
nos está permitido vivir en el mundo”
Perdidos en la taiga:
Eran unas personas, una familia
que por cuestiones religiosas (eran contrarios a los nikonianos) decidieron
perderse en la taiga, cuando dieron con ellos casi accidentalmente no habían
contactado con nadie en casi cincuenta años. Vivían en unas condiciones muy
duras, casi primitivas mientras iban pasando los días, cayendo como losas,
rezando casi diez horas al día, el resto matándose a trabajar como animales
para sobrevivir malamente, sin probar la sal y sobre todo no les entraba en la
cabeza que el hombre hubiera pisado la luna, llegado a ese luminoso astro que
podían ver con sus propios ojos todas las noches., tampoco sabían que no hace
mucho tiempo una “Segunda G.M.” arrasara a una gran parte del mundo causando una
gran mortandad y que su país esa gran Rusia estuviera implicada en la misma.
El matrimonio Lykov tuvo cuatro hijos, (dos varones y dos mujeres) que en el duro camino de la vida que escogieron seguir tuvo sus consecuencias porque al final de los días tan solo quedaban con vida el padre y Agafia la hija más pequeña, aquella que sobrevivió a todos. Se convertían así en los últimos miembros (los más extremistas) de la llamada secta de los “Viejos creyentes” (cristianos ortodoxos), así que cuando los visitantes mencionan al viejo Lykov algo sobre Pedro ‘el Grande’ el hombre se pone rápidamente a la defensiva porque es mencionar al diablo mismo, poniéndose a la defensiva a las primeras de cambio.
‘Ayudar
con todo lo imprescindible sin obligar a nada’
(Vasily Peskov, periodista del
Komsomolskaya Pravda)
Los Lykov tenían una singularidad muy especial, la forma de vestir, de
hablar, hasta de escribir era la que se hacía o se tenía en la Rusia del
S.XVII, una verdadera máquina del tiempo, era como volver a los tiempos de 'Pedro I ‘el Grande’, el anticristo de los Lykov.
En aquella olvidada parte del mundo, con nombres imposibles de pronunciar para
nosotros estos taigestres fueron un
claro ejemplo de supervivencia.
Ultílogo
¿Merece la pena rehuir de la
sociedad sacrificando a toda tu familia para vivir en solitario la fe?
Las reformas eclesiásticas y
religiosas suelen traer de vez en cuando estas cosas, para unos puede
convertirse en un caos, otros sin embargo toman la decisión de abandonar la fe
para siempre, mientras que una minoría toman la responsabilidad radical de aislarse, huir a un lugar
remoto para vivir la fe de la forma que considera más verdadera (todo es
respetable). Vuelvo a repetir ¿fe o locura? Cada uno de nosotros debería
responder conforme a sus convicciones.
En este caso la familia Lykov huyeron a las zonas más profundas
del bosque, a lo que consideraban un lugar seguro donde no contaminarse con las
cosas prohibidas del mundo, donde en silencio maldecir al malvado patriarca
ortodoxo Nikon, un verdadero Satanás causante de todos los males que
rodean al mundo religioso de esta particular familia.
El creerse los verdaderos cristianos y ‘no contaminarse’ con el mundo fue lo que les empujó a llevar ese lado tan radical, tan extremo de la vida. Un camino, una vida sin retorno, de la cual no querían dar marcha atrás, y esa ‘idea’ fue quien les ayudó a sobrevivir y resistir a ese destino que ellos mismos se habían marcado hasta la muerte.
Esta peculiar familia pertenecían
a la llamada corriente de los ‘viejos
creyentes’, una estirpe que morirá con ellos. La última superviviente de
los Lykov Agafia todavía sigue
dando guerra, parece indestructible, creo que todavía seguiremos oyendo hablar
de ella.
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