Los nombres prestados
"El perro surgió del bosque y se plantó en el camino"
Nadie es lo que parece, nadie
es lo que dice ser y finalmente ninguno es lo que aparenta delante de los
demás. Nidocuervo es un pueblo
cualquiera en una de las islas que componen el archipiélago canario. A ella
llegan dos personas (dos nombres construidos) que tienen mucho que esconder. Un
corredor de seguros recientemente jubilado, acompañado siempre de un perro fiel
llamado Roco, y una traductora de
libros que vive en una casa acompañada de un chico con N.E.E. (necesidades
educativas especiales) llamado Abel, donde todo el mundo cree o piensa que es
su hijo, pronto se hacen a la sencilla
vida del pueblo donde esperan pasar tranquilamente su existencia.
Cuando uno abre las primeras
páginas del libro se encuentra con “un chico, una mujer, un hombre, un perro”. Todo gira alrededor de esta frase,
incluso al final de la apasionante historia, una espiral policíaca que nos muestra Alexis Ravelo tiene su
verdadera explicación, que es cuando se produce el desenlace de la misma, donde
cada uno de los personajes, aquellos que tienen los nombres prestados
alcanzan todos sus matices, porque Marta Ferrer y Tomás Laguna, junto a sus
respectivos acompañantes muestran que tienen mucho más en común que todo lo que
aparentan ser en sus anodinas vidas, todo esto unido a un oscuro pasado que
saldrá a la luz.
Finalmente la trama nos desvelará
que estos nombres son prestados al igual que sus vidas, construidas,
reinventadas con un claro propósito, y no es precisamente ese tan manido de borrón y cuenta nueva. La ficción y la
realidad se juntan para poner las cosas en su sitio, (pero claro está, siempre
a su manera) porque son fantasmas del pasado que en las noches en vela nos
pueden visitar, ‘puteándonos’ bastante,
con el resultado que aquello que deseabas olvidar para siempre a tu vida para
joderte en sobremanera, llamando a tu puerta de una manera inoportuna e
inesperada.
Unos personajes perfectamente
situados en esta trama criminal, de una forma milimétrica desde los primeros
renglones, donde se producen los acontecimientos de forma ascendente y sin
descanso, con un final tipo ‘Apocalypse Now’. Tomás Laguna (el
corredor de seguros) bien podía dar para una serie televisiva o una buena saga
policíaca de esas que te enganchan a las primeras de cambio.
La portada, muy importante, guarda
una gran relación con todo lo que va acontecer en la historia, además tengo la
teoría, ya he comentado algo por aquí al respecto que detrás de una intrigante
o muy mala portada (aunque este no es el caso) se puede esconder una gran historia,
como ha sucedido con el título en cuestión que ahora estamos tratando.
Al cerrar el libro (pensé) debo
decir una cosa, que me he reconciliado un poco (bueno, a medias) con los
premios literarios, en este caso con el ‘Premio de Novela Café Gijón 2021’
porque estaba muy descontento con el mismo, porque no eran para nada de mi
gusto. Es un gran título, Alexis Ravelo
demuestra ser un gran autor y muy conocedor de su oficio (jo… parece una
crónica taurina, con perdón), con una excelente narración, donde cada una de
las frases siempre parecen tener un por qué.
Ultílogo:
El
olvido, el perdón, ejercer la justicia (la de uno mismo, no esa que dicen que
es para todos e igualitaria…), la conciencia esa de intenta poner las cosas en
su sitio, en especial aquellas que se han torcido un poco más de la cuenta por
circunstancias de la vida son hechos, realidades y escenas que figuran en el
telón de fondo donde está orquestada esta novela negra. Hay hermosos parajes,
como los de la isla que pueden resultar bastante peligrosos, además como dice
esa conocida frase, ‘quien a hierro mata,
a hierro muere’. Nos encontraremos con dos personajes tan distintos pero a
la vez extrañamente iguales.
Si mientras lees la novela oyes
unos ladridos al final del pasillo, en la esquina del salón o en el exterior de
tu domicilio, (tal vez a la puerta de tu casa), no te preocupes, quizás sea Roco que estará correteando con Abel por
los alrededores.
Club de lectura Gijón-Sur
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