El Monte de las Ánimas
Nos vamos de excursión a las
afueras de Soria y a orillas del río Duero
Introdutio:
Cuando uno se acerca a Soria y
pasa junto al Monte de las Ánimas si tenemos en cuenta aquello que corre de
boca en boca, lo que cuentan las leyendas
uno no tiene más remedio si tiene fe que persignarse, acordándose que en
aquel lugar mucho tiempo atrás ocurrieron una serie de cosas que Bécquer, sin
una pinta de idiota, tan poco de ganapán nos narra en este pequeño relato, que
contado en noche de difuntos seguramente no te dejará conciliar el sueño.
Relatos para no dormir, leyendas
que verdaderamente pueden ser ciertas, (muy probable) escritas a luz de unas
velas (así me lo imagino yo) en un caserón soriano, con una ventosa noche en el
exterior de la habitación, donde los espíritus de la negrura y no el viento hacen
chirriar los endebles cristales, intentando forzar los ventanales para una vez
dentro atemorizar al inquilino que en unos nerviosos trazos intenta continuar
con la historia, para mostrarnos que todo lo que está contando es verdad, por
eso nos remite a los hechos que a continuación detalla.
Storiae:
Estamos en vísperas de noche de
difuntos, nuestros protagonistas (Alonso, hijo de los condes de Alcudiel y su
prima Beatriz, hija de los condes de Borges) avivan el paso porque las tierras por las cuales están pasando es un lugar maldito, recae sobre ellas una maléfica leyenda.
Tiempo atrás fue un campo de duras disputas entre los caballeros Templarios y
las huestes de los nobles sorianos, acabando en una gran zapatiesta con grandes
pérdidas por ambos lados, hablando vulgarmente, el resultado final fue una gran
carnicería, una sangría de cuidado,
donde todas las partes perdieron mucho, llenando el terreno de llanto, dolor y
luto. Fueron enterrados cristianamente en esos lares estos encarnizados
enemigos en un descanso eterno, pero al llegar la “noche de Difuntos” se levantan de sus tumbas para seguir
combatiendo eternamente en unas interminables cuitas, de ahí que Alonso
aconseja que aviven el paso para marcharse de allí cuanto antes, no sea que les
pille la trifulca y queden atrapados en la misma para siempre, siendo unos
muertos muy vivos para toda la eternidad.
Una vez en la propiedad de los
condes de Alcudiel, bien resguardados del frio y de la temible noche en el
calor del hogar Alonso propone entre ambos un intercambio de regalos. Yo pienso
que el zagal había echado el ojo a la moza y quería cortejarla, llamar su
atención de alguna manera, así que…’le
regala un joyel que sujetaba la pluma de la gorra’ , ella quiere entregarle
una banda azul que llevaba en el vestido, pero cuando quiere darse cuenta ve
que la ha perdido, y que muy probablemente haya sido en el lugar maldito de “El
Monte de las Ánimas”. Como era de esperar (la cosa más natural del
mundo) el chaval se ofrece para ir a buscarla, confesándola que a pesar de sus
temores él tiene fama de gran cazador, jinete bravo y hombre que no teme a la
muerte. Beatriz muy cuca ella se siente
alagada por el ofrecimiento del joven que no ha tenido en cuenta el poco pábulo
que la chica tiene sobre la leyenda, no asumiendo los peligros con los que se
pudiera enfrentar, además se ríe de los temores del pobre joven, “vamos jovenzuelo, no me dirás que creerás
en todas esas paparruchas”. Total, que Alonso coge el portante y se larga
en busca de la prenda.
La noche no ha dicho la última
palabra porque amedrentó a la chica de narices, puertas que chirrían, el sonido
de unos pasos que se acercan sigilosamente a la habitación, voces terroríficas
que la llaman en todo momento, sombras que la perturban… Finalmente rendida por
el sueño se duerme, pero al despertarse ve que al lado de su cama está la
cinta, esa banda azul (toda ensangrentada) que Alonso había ido a buscar para
ella. Las circunstancias finales ya os las podéis imaginar, dignas de toda
buena leyenda que se precie de serla. Cuando los criados entran a comunicarle
que su primo ha aparecido muerto en el temido monte comprueban aterrados que
Beatriz está también muerta en los aposentos, donde su cara presenta un terrible
rictus de horror.
Ten cuidado en la ‘Noche de Difuntos’ soriana porque si
tienes el atrevimiento de atravesar el “Monte de las Ánimas” verás algo que
te dejará petrificado. Observarás con tus propios ojos como una mujer da
vueltas y más vueltas sobre la tumba de Alonso, no está sola, es perseguida por
los esqueletos de los nobles sorianos y de los caballeros templarios. Así que… ‘cuando te encuentres por sus alrededores
huye como alma que lleva el diablo’, no digas después que no te habían
avisado.
Post
scriptum:
Bécquer fue uno de los personajes
más interesantes y polifacéticos de su tiempo. Pintor, músico y escribano fue
mucho más conocido una vez que hubo fallecido que en vida. Estas inclinaciones
artísticas quedaron bien reflejadas en la mayoría de los trabajos realizados
por él. Sus descripciones suponen prácticamente mirar (observar) un cuadro,
donde no falta ningún tipo de detalle, de las musicales las podemos ver en el
referente de “Maese Pérez, el organista”, todo un clásico de mis tiempos juveniles,
en especial de mi profesor de 7º de E.G.B. que nos repetía vez tras vez hasta
la extenuación ‘esta apasionante
historia’, y que lo hacía con todo el amor del mundo para que unos
cebollinos como nosotros supiéramos la importancia de la lengua española,
todo esto envuelto en una tremenda bruma, que no sabíamos si era de niebla o
del humo del tabaco.
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