Un día cualquiera en Nueva York

    Fran Lebowitz es una mujer que con dieciocho años abandonó su Nueva Jersey natal para largarse con viento fresco y rápidamente a Nueva York, la ciudad que nunca duerme, realizando labores de todo tipo, desde taxista hasta que la que digamos una aburrida vendedora de cinturones, para luego currar al lado de un genial Andy Warhol, recalar en Vanity Fair y seguir a su ritmo tirando por el carro de la vida hasta trabajar con Martin Scorcese. ¿Se puede pedir más? 

    Si queremos leer "un día cualquiera" -para abreviar-, en la gran ciudad de Nueva York, la capital del mundo, nos vamos a encontrar con una compilación de los ensayos breves que la autora escribió durante los años 80's, una mirada muy particular sobre la vida cotidiana en la 'Gran Manzana'. Podemos decir que lo toca todo, no deja títere con cabeza, como operadoras telefónicas, la maldita dieta, el puñetero estrés, los hijos de los demonios, la desigualdad de los coj....., los discos de moda, el urbanismo (vamos la tan ahora de moda movilidad y accesibilidad, mi lucha desde hace ya la hostia de años), fundiéndose todo en una sola persona, Fran Lebowitz.

    La editorial "Tusquets" hace una comparación muy buena con la que yo estoy de acuerdo. Nueva York es como el Vaticano, 'un estado dentro de otro estado', dos ciudades muy diferentes al resto de ciudades del mundo y con una vida muy personal y particular, algo que la pluma, la tecla o lo que haya utilizado para escribirlo describe muy bien, algo que la orgullosa City le debería de agradecer.

    Unos dicen que es una provocadora nata, capaz de reírse de cualquiera, refrescante y mordaz. Como bien indicaba el diario "La Vanguardia" es el arte de saber expresarse, la mujer de la mirada ocurrente. Voy a volver a realizar otra comparación, mitad mía, mitad de otro. Si el general Custer nunca debió de cruzar el río en Little Big Horn otro comenta que Lebowitz jamás debió de hacer lo mismo con el Hudson, pero la gran diferencia es que ella sí acertó, mientras que el peliculero de Custer metió la pata hasta el corvejón.

El inconfundible retrato de Nueva York

    Otra cosa, era mala estudiante y lectora voraz, un explosivo y perfecto cóctel. Ella dice que la soledad es una gran ventaja, el problema está fuera porque tienes que compartir espacio en un sitio relativamente pequeño. Las ciudades se transforman, se llenan de gente de muchos lugares, con diferentes culturas, y toda esa mezcolanza es relatada por la singular e irrepetible Fran Lebowitz.


Comentarios

Entradas populares