El gato negro

 


“Este último era un animal de notable tamaño y hermosura, completamente negro y de una sagacidad asombrosa”.

 

          Nadie podrá saber jamás que es lo que se esconde en los rincones más profundos de la mente y de la locura, de esa  puerta que alguna vez se traspasa, –de la que normalmente no se vuelve- para llevarte a esos recónditos, caóticos y oscuros lugares del alma que saca lo peor de cada especie, haciendo del ser humano el ser más vil de la tierra. Siempre hay excepciones y una de ellas es Poe que nos dejó por escrito todas sus pesadillas, esas alucinaciones noctívagas que le traían de cabeza, junto a todos esos horrores que le acompañaban día y noche, creando un mundo gótico, brutal y terrorífico del cual disfrutamos y nos aterrorizamos con sus lecturas, atemporales a pesar de los años, las cuales tienen legión de seguidores.

        Un mundo formado por una variada cuadrilla de escritores, en la cual creo humildemente debe encabezarla nuestro Poe, junto a Algernon Blackwood, Le Fanu y Lovecraft, sin olvidarnos tampoco de Bram Stocker y su Drácula, que fue inspirado por alguno de ellos, aunque en la bolsa podíamos meter a unos cuantos más pero no tenemos espacio suficiente para ello, historias para no dormir que nunca pasarán de moda, como ha pasado con este corto relato que he vuelto a releer después de muchos años, y que tengo en dos tomos completos de aquellos famosos fascículos del “Club del Misterio” de Ed. Bruguera, en un pequeño librito con la cara de Poe en la portada y en e-book, casi nada, pero lo bueno nunca cansa, porque como diría Henry James, “siempre hay que tener una de estas novelas en la cabecera de la cama, ideales para la lectura en medianoche en una casa de campo”.

“Una noche en que volvía a casa completamente embriagado después de una mis correrías por la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia”.

              El gato negro” está considerada según la crítica como una de las historias más espeluznantes del género, y Pluto el gato protagonista como el más sagaz de los personajes, capaz de descubrir –delatar- al pérfido loco que cuenta su horrible historia, ‘que bien sabe no es un sueño’ y desea aliviar su alma el día antes de morir’.

Lo que se escondía tras su trastornada mente solo se podrá saber con las lecturas de muchos de sus sombríos y oscuros relatos...

              ¿Cómo alguien dócil puede convertirse en un ser vil, llegando a lo peor de lo peor en la bajeza humana? El mismo lo aclara, la embriaguez te hace cometer verdaderas locuras, el alma se separa del cuerpo surgiendo una maldad diabólica alimentada por la ginebra que hace estremecer cada fibra de tu ser. Las consecuencias ya las sabemos, un hombre perturbado que comete un atroz crimen. Un hombre bipolar incapaz de controlarse así mismo.

“Una vez más me hundí en los excesos y muy pronto ahogué en el vino los recuerdos de lo sucedido”.

              También es una denuncia al maltrato que sufren los animales por parte de sus dueños, muchos de los cuales parecen disfrutar con los mismos, causándoles gran placer. Una bodega, una pared, un mundo gótico lleno de violencia, un hombre que de la noche a la mañana, en un abrir y cerrar de ojos cae en desgracia, se le quema la casa, queda en la ruina y ni tan siquiera vive entre cuatro paredes, solo tiene una con un gato grabado en la misma, que en un principio le llena de espanto. La amargura y la desesperación hacen que beba a un más –la ginebra es una falsa amiga, más bien es el abrazo del diablo-  y saque al exterior ese negro personaje que convive con él y le controla sin ningún problema, ese otro yo violento, altivo e ingobernable.

              Un gato tuerto que clama venganza, un felino de color azabache que persigue la ennegrecida alma de su maltratador, que resucita y fenece en busca de una venganza, una particular justicia que finalmente consigue, donde lo inesperado puede dar la razón al inocente, aquel que no tiene culpa de nada.

             


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