El sabueso de los Baskerville

 


“Si usted ama su vida o si todavía le queda algo de cordura en su cuerpo, debe mantenerse lejos del páramo”

Me lié la manta a la cabeza y realicé un viaje relámpago a la ciudad de Londres, (literariamente hablando) como un poseso cogí un taxi para dirigirme al 221b Baker Street, sentarme en el sofá de Sherlock Holmes y disfrutar de las novelas donde él junto a su fiel amigo Watson eran o son los protagonistas.

Naturalmente no están solos porque en esta aventura, una leyenda sobre un terrible sabueso en una zona apartada de la campiña inglesa pondrá en guardia a la inseparable pareja, que intentarán poner en marcha toda la maquinaria de su ingenio para desvelar las muertes producidas, y que se efectúan una detrás de otra con los miembros –los pocos que quedan- de la familia Baskerville, que está a punto de desaparecer, pues ya no queda casi nadie vivo, que pueda disfrutar de la generosa herencia junto a una hacienda donde todo aquel que entra a vivir no sale bien parado.

Esta historia está basada en la leyenda de Richard Cobell, un hombre apasionado de la caza y no precisamente una buena persona, decían que había vendido su alma al diablo. Cuando murió como es lo más natural del mundo le enterraron, pero he aquí que esa misma noche…aparece un fantasma acompañado de un perro. El animal emitía unos aullidos terribles páramo arriba, páramo abajo. Así que desde ese día la gente decía que en el aniversario de la muerte nos podíamos encontrar con el espectro de los demonios para darnos un buen susto, siempre acompañado de su ‘amigable’ amigo el sabueso.

Volviendo a la familia Baskerville. El último heredero de esta estirpe Sir Henry recibe la ayuda del detective para desvelar este misterio, pero también para saber quién o quiénes son el asesino/asesinos de su tío Charles Baskerville, que ha aparecido muerto en uno de los caminos que hay en el temido páramo.

Sir Henry recibe una nota anónima donde se le recomienda que no ponga un pie por la zona. Es a partir de este momento donde comienza la parte más emocionante de la aventura, con un desenlace muy típico de Holmes, mostrando el potencial de sus células grises, y porque está muy por encima del resto de compañeros de profesión. Él siempre tiene guardado un as en la manga, y va siempre un paso por delante, esa es la diferencia.

Según el periódico Le Monde este título está dentro de los mejores 100 libros del S.XIX, concretamente en el puesto 44, aunque respecto a esta lista… “todo es discutido y discutible”, y no lo digo por el ‘pequeño rifirrafe’ que tuvimos hace unos años, contestando en el otro blog que administro a los comentarios que hicieron debido a la poca estima que tienen a todo aquello que sea español.


No quiero ensuciar la entrada recordando las memeces de algunos, Sherlock fue mi primer héroe de niñez,  -que no de juventud- pero él y Perry Mason ‘son la hostia’.  Doyle cuando creó a Holmes reconoció que no lo apreciaba, (y eso que le dio la fama) reconociendo que ‘malgastaba su mente con él’, eso mismo me pasa con los personajes que escribo, algunos le he odiado a muerte por aparecer en mi vida, pero Conan Doyle se equivocó. ‘El sabueso de los Baskerville” le consolidó como autor, todo un éxito. En cuanto a las polémicas de plagio sobre este libro creo que vamos a dejarlas para otro día.




El gran hiato:

Recordaros que en el año 1893 el autor estaba ya un poco cansado del personaje, decidiendo darle muerte junto a su encarnizado enemigo, el malvado profesor Moriarty (Porlock), y tras la presión ejercida por todos los lectores no tiene más remedio que resucitarlo. Esto ocurrió en el año 1902 cuando no tiene más remedio que escribir “El sabueso de los Baskerviile”.



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