El Libro de Horas de Isabel la Católica
“In
principio erat verbum et verbum erat apud deum…”
Nuevamente
volvemos a la carga con una de nuestras grandes pasiones bibliófilas, que de
vez en cuando dejo caer por esta silenciosa bitácora como son los manuscritos,
salterios, antifonarios y libros de horas entre otros. Hoy toca a un ejemplar muy viajado como es el
Libro de Horas de Isabel la Católica, quizás la reina más importante y grande
que ha dado este enorme país dejado de la mano de Dios. Era una mujer bastante
culta y con una importante biblioteca en su poder, sobre todo con libros
iluminados de los grandes maestros flamencos, para mí los mejores dentro de
este campo.
Como
suele pasar y suceder con algunos de los tesoros históricos de muchos países,
España no iba a ser la excepción, esta joya se encuentra lejos de nuestras
fronteras concretamente en el Cleveland Museum of Art, en el estado americano
de Ohio (El Estado del Castaño), un museo de gran importancia en colecciones
medievales, donde reside este ejemplar, que siguiendo la tradición de estos libros
siempre ha estado de un lado para otro, desde que perteneció a uno de los barones Rothschild, y es como
para ponerse a llorar viendo como nuestros grandes tesoros están allende de
nuestras fronteras, como el ‘Beato Morgan' del cual ya hemos comentado algo en esta bitácora escondida en la
red de redes, así que con este ejemplar que perteneció a la reina Isabel deciros hemos perdido uno de
los volúmenes más claros de lo que fue la iluminación de manuscritos al más
puro ejemplo flamenco, en este caso de Gante y la ciudad de Brujas.
No le
faltan hojas como le ha ocurrido al manuscrito de Kells, -que hemos comentado por aquí- ya que goza de un buen estado de salud, está perfecto y
los que han tenido el placer de contemplarlo, pues es una hermosa y reducida
obra de arte a ‘pequeña gran escala’,
porque en él se ha utilizado la técnica del trampantojo que podemos ver en
plantas, flores, aves variadas, sin olvidarnos de los insectos con los cuales
estos grandes maestros nos han deleitado con su arte.
Buscando
información para esta entrada pude enterarme que Isabel la Católica poseía una
importante biblioteca, compuesta por 740 libros (y en aquella época) de los
cuales 80 eran manuscritos iluminados, compitiendo entre ellos por ser el más
bello y suntuoso, estando claro que entre más iluminado y lujoso sea el
manuscrito mayor es el estatus social y económico del propietario.
El
ejemplar fue un regalo de bodas del embajador Francisco de Rojas a la reina
Isabel, y está en perfecto estado de conservación porque siempre ha estado en manos
privadas, y acompañó a Cristóbal Colón en el viaje de descubrimiento del Nuevo
Mundo, ese pedazo tan grande de tierra llamado América.
Trabajaron
en el mismo cuatro destacados pintores como fueron el Maestro de Oraciones
Mayor de Maximiliano I, -el famoso
Alexander Bening- Gerard Horenbout, el Maestro de Oraciones del 1500, y el
Maestro de Libro de Oraciones de Dresde. Viendo los artistas que participaron
en el mismo comprobamos que es de una altísima calidad, donde destacan las
aplicaciones en oro, el uso del rojo y del azul que como sabéis es muy difícil
de reproducir, de conseguirlo. Un ejemplar que es como una operación médica de
trasplantes múltiples, dónde es necesaria la colaboración y participación de
todos para crear algo tan maravilloso. Resumido en pocas palabras, es un libro
de gran belleza estética.
Se
puede reconocer a quien perteneció porque lleva el escudo de armas de Isabel la
Católica, que se encuentra incrustado en la misma portada del libro, y sobre
todo nunca debemos olvidar un detalle que ya hemos comentado antes, es que
todas las páginas del libro han sido decoradas con motivos relacionados con la
naturaleza, insectos, flores, plantas y diferentes animales, de esta forma
podemos comprobar cómo era la devotio
en aquellos tiempos. En este también llamado “Breviario de los Laicos” encontraremos 3500 miniaturas de arte
puro.
Un Libro de Horas es un buen instrumento para ponerse en contacto con Dios y con todo aquello que se veneraba. Entre los devocionarios de la reina se encontraba uno, el más personal de todos donde anotaba la fecha de nacimiento de cada uno de sus hijos, con lo que les otorgaba una protección divina a los llamados descendientes regios.
Los
libros viajeros de nuestra reina están dispersos como el de Ohio por la
geografía española (por suerte), en lugares como Granada, Segovia, Toledo, y
hay estudiosos que todavía esperan encontrarse con alguna de estas joyas
perdidas y yo así lo deseo, porque conoceríamos aún más a una reina que todavía
tiene mucho que decirnos.
Post Scriptum:
Desde aquí agradecer a nuestra Biblioteca Nacional de España, a las editoriales Moleiro, Santalla, Iberlibro y Patrimonio Nacional, sin los cuales no hubiera sido posible hacer esta entrada, también darles las gracias por la cortesía de las imágenes, porque de esta manera nos podemos hacer una idea de lo hermoso que es este ejemplar.
Un gran libro y una mejor reina.
ResponderEliminarY supongo también que una gran biblioteca.
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