El Libro de Horas de Velasco

 



Un enigma tras el escudo

 

Introdutio:

            Este Libro de Horas son de los que a mi me gustan, viajero, único, con una buena historia detrás y  “mutilado”, lamentablemente tenemos que decir que le faltan hojas, sin olvidarnos tampoco que tiene algún folio tachado debido a la oscura y férrea mirada de la Inquisición,  que tenía en aquella época unos tentáculos muy largos, que le echó el ojo a las primeras de cambio, viendo en él algo incorrecto que podía dañar la fe de todo aquel que lo leyera, de esta forma nos privó de la contemplación de alguna iluminación o de la lectura de un brillante texto, que con el paso de los años y de los siglos se han perdido para siempre en la infinita galaxia de la incomprensión humana, una lástima. Me gustaría saber cuál sería la opinión de ese lejano amigo que de vez en cuando habita en mi interior llamando @fray_cresconio.



Ultílogo:

            Comentaros que con el Maestro Monypenny notamos ciertos detalles que no podemos pasar por alto. En las ‘labores de las mesas’ contemplamos la verdadera realidad social de la época, ya que la aristocracia aparece bien vestida y de forma esbelta, mientras que los campesinos están representados de forma achaparrada, poco proporcionada y con una indumentaria sencilla, Recordar que los Libros de Horas  solo se lo podían permitir las clases pudientes, esa particular y personal devotio muy de la época, que estaba al alcance de esa clase social con la bolsa bien repleta de buenos y sonantes dineros, así que… quien paga manda, un iluminador no iba a cometer la osadía de pintar de mala manera a aquel que le estaba dando trabajo o ponerles en una mala situación, representándolos en malas posturas. Ellos eran unos privilegiados y tenían que quedar plasmaos de esa manera en sus iluminuras.

Ad rem: Vayamos al grano…

Son 189 folios de fina vitela de 239*163 mm., con un bifolio de pergamino al principio, y hojas de guarda añadidas con posterioridad.

Se organiza en “cuaterniones” (cuadernos de 8 folios), excepto el calendario, con un cuaderno de 12 folios, y de un bifolio que también fue añadido posteriormente.

No está paginado, así que no podemos saber si está completo. (Me sorprende esta particularidad por lo que me atrevo a decir que está hecho adrede).

            Ante la ausencia de escudos es difícil saber/adivinar quien fue el primer propietario de este Libro de Horas, pero en posteriores estudios se ha encontrado un escudo que ha ido resolviendo los enigmas que han surgido en torno al códice, aunque… pudiera ser un escudo ficticio. Otras investigaciones lo sitúan en Méjico en el S.XVI, y en el aparece un texto en español donde podemos leer los nacimientos de los hijos de sus propietarios, (algo muy usual) porque se tenía la idea al hacerlo servía de protección. Un ejemplo de esto lo tenemos en nuestra Isabel “la Católica”, que hacía lo mismo en sus libros sagrados, ahí se mencionan a los padrinos de los mismos que son Francisco de Velasco y su esposa, así que es muy probable que tuvo que pertenecer a algún familiar de los virreyes de España como los Velasco.



            El calendario está en francés, con un santo para cada festividad o día del año, e incluso para rellenar todos los días y que ninguno quede vacío o en blanco, no dejando hueco en ninguno de ellos, llegando a inventar uno como ‘Saint Coritin’, el 12 de diciembre.

            Este ejemplar es un maravilloso ejemplo de como era nuestro pasado. Un libro con resiliencia y que nunca deseó morir pese a las adversidades que le ha tocado en la vida, sobreviviendo al paso de los años, y a las vicisitudes de la vida, ya sea por suerte o por desgracia. Velasco está ahora en muy buenas manos, en la BNE, Biblioteca Nacional de España, y tengo la certeza que todavía nos deparará alguna que otra sorpresa.

 


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