Madame Bovary


'Una pasión no correspondida'
(Una obra atemporal en el tiempo)


Club de Lectura Pumarín-Gijón Sur: (5)

   Cuando el ejemplar cayó en mis manos esperaba encontrar los alicientes suficientes para atreverme con la lectura, ya que el libro que se entregó tenía su grosor y además era de letra pequeña, pero como siempre se nos dice en el club...'nunca os asustéis por la letra y el tamaño del libro, ya veréis como merece la pena'. Así fue, encontré esos alicientes, pues la misma historia era acicate suficiente para continuar con la lectura de la señora Bovary.

   El libro para mí tenía trampa, en un principio me encontré con el tedio, el aburrimiento, pero...esas anodinas páginas que parecían llenas de aburrimiento escondían la 'vida plana' que llevaba Emma Bovary en un perdido pueblo de provincias (inventado por el autor), donde la pacata personalidad de la burguesía del lugar mandaban por encima de todas las  cosas, y esos renglones llenos de aburrimiento representaban el día a día de nuestra protagonista que se ahogaba en una sociedad para nada dispuesta a los cambios, que no deseaba  ningún tipo de adelanto, porque sus mentalidades no daban para más.

  La minuciosidad en los detalles, hasta en los más pequeños como en la boda, muestran cómo era la personalidad de Flaubert, párrafos largos que me recordaban al último Premio Nobel de Literatura 2019 Peter Handke, criticado y criticable, un infumable más dentro de este extraño mundo de las letras, que no llega ni a las suelas de los zapatos al maestro Flaubert, porque uno ocupa un sagrado lugar literario, es decir ha llegado a  santo, mientras que el otro es un declarado pagano.


   No voy a seguir hablando de cosas negativas, mejor será comentar el asunto que nos traemos entre manos. Me gustó la importancia que Flaubert da a los balcones y a las terrazas, importantes puntos de encuentro en esos alejados lugares, unas provincias que no tienen ningún incentivo para las mentes despiertas o que desean sacar algo más a la vida, como Emma, lo mismo que los pequeños negocios locales, verdaderas plazas de cotilleos e información sobre los últimos acontecimientos locales, lugares donde nada ocurre, y cuando pasa algo es digno de ser comentado, pequeños negocios donde se enfatiza que siempre se deben mantener las buenas costumbres, son lugares, provincias tranquilas donde las "fuerzas vivas" siempre son las mismas, y son las que dominan "todo el cotarro", como el farmacéutico, el médico (en Madame Bovary no es el caso), el maestro y por último el señor cura, (con todos mis respetos para los señores curas) que hacen todo lo posible para que todo siga su curso, de forma lenta, pausada y sin tregua, es aquí donde vemos que este mundo es el que agobia, ahoga a nuestra protagonista, que la envilece y la transforma, convirtiéndose en esa mujer que se busca así misma de forma constante.

   Mujeres apocadas a una triste vida, siempre al cuidado de los hijos y del marido, (algo que no deseaba la Sra. Bovary) siempre obedientes y castas, manteniendo las sanas costumbres, los castos valores por encima de todas las cosas, mujeres doblegadas a vivir en un segundo plano, obligadas a mantener los roles sociales, hasta que...llegó la protagonista de la historia Emma Bovary, esa señora Bovary dispuesta a romper todos los esquemas posibles, a vivir la vida a su manera, tanto con sus errores como sus virtudes, ser ella misma e intentar vivir su sueño, aunque ese sueño fuera equivocado.

    La señora Bovary se trastornó, se volvió loca de tanto leer novelas románticas, las sobrevaloró de tal manera que quiso ser como cada una de las heroínas que se encontraban detrás de esos enamorados renglones que tanto le gustaban, como D.Quijote con las novelas de caballería, y vivió sus amores intensamente, apasionadamente, sin importarle el qué dirán, el daño que le podía hacer al pobre, anodino y apocado marido, preocupado en trabajar, en tener renombre para situarse mejor dentro de la profesión, recordemos que era doctor, para ganar el dinero suficiente con el que mantener a su mujer y a la hija de ambos, pero la rutina de todos los días acabó con el amor, si es que había, porque tengo la certeza de que la señora Bovary "estaba enamorada del amor', como se decía en mi barrio mucho tiempo atrás, "ella estaba enamorada de estar enamorada", y así le fue.

   Con la lectura sobre la vida de esta triste mujer viajamos hacia una época que nunca volverá, pero sí a unas circunstancias que todavía se mantienen, esas anticuadas mentalidades que aún se tienen sobre la mujer, siempre abnegada en el trabajo de la casa y de la familia, sin mirar para nada en su prosperidad profesional o intelectual, donde  no todo es bienvenido y que una mujer 'vuele sola' está mal visto. También esos detalles de inferioridad...un ejemplo de esto lo podemos ver en uno de los capítulos del libro, cuando Emma estaba convaleciente por una de sus recaídas y tiene que permanecer en cama, donde uno de sus convecinos decide encargar lecturas para ella y dice eso de...'tienen que ser lecturas piadosas conforme a su género, lecturas propias de su sexo e intelecto. No sé para qué me sorprendo, en este mundo loco, loco mundo sigue habiendo (existiendo) individuos que piensan todavía que la mujer intelectualmente sigue un paso por detrás de los hombres, y esto lo podemos ver dentro de las tertulias políticas y económicas de la televisión junto a su compañera la radio, donde los comentarios de estas colaboradoras no son tan importantes (para unos cuantos 'escuchantes') y sesudos que los hombres.

El gran maestro Gustave Flaubert


Post Scriptum:

   Nos seguimos estrellando contra molinos de viento, pero cuando terminamos de leer la tediosa vida de Emma Bovary (algo contra lo que luchó, siempre a la deriva) hay muchas cosas de las cuales podemos sacar provecho, y de las que seguir aprendiendo, ya que que el matrimonio Bovary no se aleja mucho de los matrimonios de hoy día, las fuerzas vivas siguen dominando bastantes lugares, y hay lecturas que no merece la pena hablar de ellas, (las conformistas) mientras que "Madame Bovary" es y será una obra atemporal en el tiempo, pero sobre todo que Emma Bovary fue consecuente con sus actos hasta el final, pues decidió también el momento en que debía terminar, decidió donde estaba su 'end of the road'  en el justo momento.


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