Sheridan Le Fanu.
A
muchos de nosotros cuando éramos jóvenes nos gustaban las historias de miedo,
leerlas, vivirlas e incluso relatarlas, es especial cuando íbamos de camping
frente al calor de una buena hoguera, y ante nuestros primeros “pinitos” con el
alcohol, para no amedrentarnos ante el pánico disimulado que nos daban dichas
narraciones. Querida juventud nunca olvidada.
Con el paso del tiempo y ya un poco
más mayores (caray con la frasecita), con algo de dinero en el bolso, (eso
también es un decir) nos íbamos de casa rural, y en plena montaña astur, en una
noche oscura de tormenta, cogíamos un libro que contuviera nuestras mejores
historias de terror, aquellas que hacen pasar un buen rato y…
Al pensar en aquellos tiempos fue cuando me acordé de unas
palabras de Henry James, del que hace poco se celebró el centenario de su
muerte, y decían más o menos así:
“Teníamos la acostumbrada novela del
señor Le Fanu junto a la cama, la lectura ideal para medianoche en una casa de
campo.”
Y ahora bien, surge la acostumbrada
pregunta de rigor, como cuando estábamos en el instituto escuchando a don
Antimonio, el apocado profesor de química, cuyas clases nos aburrían un
montón, (normal ya que lo mío eran las letras.) ¿Quién era ese tal Sheridan Le
Fanu?
Fue un escritor irlandés de cuentos
y novelas de misterio. Sus historias de fantasmas representan uno de los
primeros ejemplos del género de horror en su forma moderna, (no olvidaros que
nació en la tierra de las supersticiones y leyendas celtas,) en la cual, como
en su relato “Schalken el pintor”, no siempre triunfa la virtud, ni se ofrece
una explicación sencilla de los fenómenos sobrenaturales. Publicó multitud de
relatos y editó el “Dublín University
Magazine” y perteneció al “Dublin
Evening Mail.”
Obra:
Sus intrigas, que son de gran intensidad, están perfectamente construidas. Su
especialidad consistía en la recreación de “atmósferas” y “efectos” más que el
mero susto, con frecuencia dentro de un formato de misterio. La lectura de
novelas como “Carmilla” sobre una mujer vampiro, cuya trama es muy efectiva,
influyó poderosamente en Bram Stocker para Drácula, (mientras que muchos aún
siguen pensado que el amigo Abraham Stoker tuvo la mejor idea de su siglo.)
A veces se ha afirmado que Le Fanu
es el padre del cuento de fantasmas irlandés en la época victoriana. A juzgar
por la trascendencia de su obra, es sorprendente que su aportación no haya sido
mejor considerada.
Sus historias más conocidas leídas
hoy con asiduidad son la novela macabra de misterio titulada “Tío
Silas” (1864), “La rosa y la llave” (1871), y la
muy celebrada colección “En un vidrio misterioso” (1872),
que contiene a la ya mencionada “Carmilla”,
así como “Te verde”, “El conocido”, dos famosos relatos
de muy enigmáticos sucesos aparentemente convocados por una oscura culpa.
Otro gran representante del cuerpo
del miedo M. R. James, le considera como uno de los grandes narradores de
historias de fantasmas:
“Nadie dispone la escena mejor que
él, nadie acierta en el eficaz detalle con más habilidad.”
Bibliografía:
La
casa junto al cementerio (1863)
La
mano de Wilder (1864)
Tío
Silas (1864)
La
rosa y la llave (1871)
La
posada del dragón volador (1872)
Carmilla
(1873)
El
vigilante y otros cuentos de terror (1874 – póstumo)
Retazos
de Carmilla:
Vivíamos en Estiria, en un
castillo. No es que nuestra fortuna fuera principesca, pero en aquel rincón del
mundo era suficiente una pequeña renta anual para poder llevar una vida de gran
señor. En cambio, en nuestro país y con nuestros recursos sólo habríamos podido
llevar una existencia acomodada. Mi padre es inglés y yo, naturalmente, tengo
un apellido inglés, pero nunca he visto Inglaterra.
He dicho que es un lugar muy
solitario. Juzgad vosotros mismos si digo la vedad. Mirando desde la puerta de
entrada hacia la carretera, el bosque que rodea nuestro castillo se extiende
quince millas a la derecha y doce a la izquierda. El pueblo habitado más
próximo está en esa última dirección, a una distancia aproximada de siete
millas.
A veces, después de un largo
período de indiferencia, mi extraña y bellísima amiga me cogía súbitamente la
mano, estrechándomela con pasión. Se sonrojaba y me miraba con ojos ora
lánguidos, ora de fuego. Su conducta era tan semejante a la de un enamorado,
que me producía un intenso desasosiego. Deseaba evitarla, y al propio tiempo me
dejaba dominar. Carmilla me cogía entre sus brazos, me miraba intensamente a
los ojos, sus labios ardientes 'recorrían mis mejillas con mil besos y, con un
susurro apenas audible, me decía: -Serás mía... debes ser mía... Tú y yo
debemos ser una sola cosa, y para siempre.
Los delirios de las personas
nerviosas son contagiosos, y casi siempre acaban por ser imitadas por los que
tienen un temperamento afín. También yo había adoptado las costumbres de
Carmilla; cerraba con llave la puerta de mi habitación, sugestionada por su
fantástico miedo a unos hipotéticos agresores nocturnos, asesinos o ladrones.
También, como Carmilla, inspeccionaba minuciosamente mi habitación cada noche,
antes de acostarme, para asegurarme de que no había nadie escondido en ella.
Gracias a todos los bloggers,
suplementos culturales,
artículos periodísticos y a la
Wikipedia
por toda la información, en la cual
me he apoyado
para poder realizar de la mejor
manera
esta entrada.
(Muchas gracias a todos.)
Hay ciertos géneros que siempre han quedado apartados del gran público, unos falsamente son llamados "géneros menores", otros minoritarios, y unos terceros apenas existen, en fin somos un país donde lo catalogamos todo. Ahora bien,¿que está considerado como un género mayor o menor? ¿Quien lo decide?
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