Opus Nigrum
Después de unas cuantas lecturas, todas excelentes me
enfrentaba a esta, que contenía un título bastante sugerente y que llamó
poderosamente la atención desde un principio, pero he de decir que aunque
Marguerite Yourcenar es una gran escritora, eso no lo vamos a discutir, hubo
momentos en que con su lectura he divagado un poco, y todo debido a que tiene
unas párrafos grandísimos, por no decir extensos, algunos con más de una hoja,
y en un libro que no sea de tamaño grande, como era el caso, la mente te va a
donde no tiene que ir, y con temas tan profundos como los que toca el libro, la
lectura se te hace digamos que un poco espesa.
Ficha técnica:
Autor: Marguerite Yourcenar
Título: “Opus Nigrum”
Título original: “L ´oeuvre au
Noir”
Traducción: Emma Calatayud
Cubierta: Enric Satue
Editorial: Alfaguara
Género: Histórico
Págs. 416
ISBN: 84-204-2219-3
La novela antes de su publicación sufrió múltiples
“transformaciones”, fue un trabajo de mucho tiempo, de esos que no son de “tierra a la vista” hasta que por fin vio
la luz (corría el año 1968, y desde 1921 que la autora lo comenzó ya llovió.)
El título de la obra viene dado por la alquimia, ya que es una fase de
separación y disolución de las sustancias, la parte más difícil, a la que este
tipo de hombres, como los de nuestro protagonista (Zenón) llamaban la Gran
Obra, pero yo prefiero llamarla la “Gran Quimera”, porque al final, como en la
vida misma, nada es verdad. No podemos jugar a ser dioses, nunca lo seremos.
La historia trata sobre la vida de un médico y alquimista
llamado Zenón, desarrollándose sobre antiguas ciudades llenas de burgueses
donde ven pasar ante sus ojos, ante sus vidas, una sociedad que evoluciona
demasiado deprisa, con una serie de adelantos técnicos, económicos y cambios religiosos,
que traen a todo el mundo de cabeza. (Que se narran en tres partes bien
definidas en el libro: “La vida inmóvil,
La vida errante y La prisión”, en donde contemplamos la vida del
protagonista y el final de sus días, (pero como digo siempre, eso no lo voy a
contar, tenéis que averiguarlo vosotros, ¿vale?)
“No te he hecho ni celeste, ni terrestre, ni mortal
ni inmortal, a fin de que tú mismo, libremente, a la manera de un buen pintor o
un hábil escultor, remates tu propia forma”.
Oratio
de hominis dignitate
(Pico de la
Mirandola)
Dependiendo de los personajes, ya sean de parentesco, amigos o
simplemente convecinos, la historia sufre de altibajos, obedeciendo a los
momentos de la época y los protagonistas que van surgiendo, por lo que no se
mantiene el mismo nivel de emoción, aunque reconozco que en este tipo de temas,
como los que está tratando la autora a veces es arduo difícil. La historia
(circular) por tanto tiene altibajos, posee esos “golpes secos” que te indican
por momentos que se debe de abandonar su lectura, aunque si uno se concentra
bien puede desechar esa posibilidad.
Al personaje de Zenón, dejando aparte toda su soberbia,
acompañado del consiguiente orgullo, (es normal por sus amplísimos
conocimientos), se le coge cariño. Es un ser solitario, abandonado,
“desahuciado” por la sociedad. Lleva una vida de encierro y nomadismo a la vez,
una existencia entregada al estudio, al saber, con lo que al final uno no
discierne si es un repudiado de la sociedad, o que el directamente repudia al
mundo en el cual vive, por ir en busca de todas aquellas maravillas que están
escondidas a los ojos de los hombres. Lo podemos comprobar en las siguientes
palabras de este singular personaje:
“Quiero ver si la ignorancia, el miedo, la inepcia
y la superstición verbal reinan en todas partes, igual que aquí”.
(La verdad que
un poco estiradillo es, por mucha ignorancia y desconocimiento que hubiera en
su época.)
Ya sé que me voy a ir por las ramas pero la frase anterior me
recuerda a otros tantos personajes igual de “marisabidillos”: Sherlock Holmes,
Guillermo de Baskerville, Ottavia Salina, Zenón (claro está), Merlín el Mago,
Hermione Granger (a esta la pongo por mi hija), Hércules Poirot, unos cuantos
detectives clásicos de la novela negra…, la lista podía ser interminable,
parece ser que “nos va bastante” los protagonistas de historias con este matiz
tan definido.
Nuestro personaje, por motivos de seguridad adopta el nombre
de Sébastien Theus (médico.) Mis conclusiones finales es que aquella época eran tiempos de miseria para
todos, tanto para el creyente como el ateo, tanto como el que iba en busca del
conocimiento y de lo ignoto como del ignorante, cualquier cosa que hiciéramos o
se nos ocurriera decir podía poner en peligro nuestra vida. Todo acto era digno
de sospecha… y de ser delatado, (vamos que se podía ir directamente a la
hoguera por una nimiedad.)
Zenón pasa por múltiples vicisitudes con un final que…
tendréis que leer para saberlo, así de fácil. ¿Os animáis? Pues adelante.
“Obscurum per obscurius, innotum per ignotus”.
(A lo oscuro por
lo más oscuro; a lo desconocido por lo más desconocido.)
¿Podremos
alcanzar cualquiera de nosotros algún día,
que no esté muy lejano, nuestro
Opus Nigrum particular?
Me
gustaría resaltar una serie de frases que aparecen al final del libro, bajo el
epígrafe “Nota de la autora”:
Pero el autor de un libro tiene sus razones para ser más severo que sus propios
jueces: ve sus fallos más de cerca y es el único en saber lo hubiera querido y
debido hacer.
Lo que sí me importa subrayar es que, lo mismo que “Opus Nigrum” que “Memorias
de Adriano” son dos obras que emprendí en mi primera juventud, que abandoné y
reanudé después a merced de las circunstancias, y con las que he convivido
durante toda mi vida.
Creo haber expresado ya las ventajas que presentan, al menos en lo que a mí
me concierne, esas largas relaciones de un autor con el personaje elegido o
imaginado en su adolescencia, pero que no revela todos sus secretos hasta que
alcanzamos la madurez.
Tu lo has dicho bien esta gran dama de la literatura francesa es una escritora de largas distancias.Pero a mí y hablo de forma muy personal, es una escritora que me encanta. Un saludo Javier.
ResponderEliminarMuchas gracias amigo desconocido, la gran dama siempre será una gran dama...
EliminarAcabo de ver tu twitt y me he pasado por aquí, buena entrada amigo.
ResponderEliminarGracias, espero que te sigan gustando las próximas entradas.
EliminarElla envejícia al mismo tiempo que sus personajes.
ResponderEliminarY nosotros debemos de envejecer con los personajes de nuestros libros.
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