Los vagabundos de la cosecha (Steinbeck)

   

   Hace casi tres años, y motivado por el libro de Steinbeck "Las uvas de la ira", y un cuento de mi admirado Ray Bradbury, escribí esta entrada en ritarbeyu.blogspot.com - ¿Que hace una entrada sobre comentarios de libros, y notas culturales en un blog de rockabilly..? Todas las historias grandes y pequeñas que puedan acontecer y en especial por ese maldito Woody Gurthie. Hoy, en el día en que nació este genial escritor americano repito el experimento, pero al revés. Simplemente espero que os guste, aunque yo, pobre letraherido no aspiro a nada más.


“El pobre recoge algodón, el rico cosecha el dinero”
(Take me back to Tulsa – Bob Willys)


“Esta tierra es mi tierra. Desde California hasta la isla de Nueva York, desde secuoya a las aguas más corrientes del Golfo. Esta tierra fue creada para ti y para mí”.


( Letra del okie Woody Gurthie – This land is your land )


Henry Fonda en una de las secuencias de "Las uvas de la ira".


    Ya no era un clandestino, uno de esos tantos hombres que van vagando sin rumbo fijo por lo más profundo de un país, escondidos en el interior de un oscuro vagón de carga, rezando a cualquier tipo de dios, sin reparar en las oraciones, esperando no ser encontrado, porque me puede fustigar un virulento vigilante, que porra en mano, tantea, otea, husmea como perfecto perro rastreador, escudriña los rincones del admirable monstruo metálico de carga, para encontrarme, desheredándome de algo que no me pertenece, desalojándome de mi frío y momentáneo alojamiento, instalándose en mí el ferviente deseo que esas vías del tren vayan con destino a ninguna parte, pero antes de que eso ocurra, debe de permanecer agazapado en mi escondite para no ser localizado.


   Tampoco era un “okie”(es un término despectivo que se utilizaba para llamar a los emigrantes de Oklahoma durante la época de 1931 – 1939), con ropa desgastada y polvorienta, durmiendo en las cunetas de los caminos, procurando no ser atropellado por un coche cuyo conductor desoye los límites de velocidad, sino más bien intentando no ser sorprendido por la vertiginosa carrera de la vida con meta en la nada, con unos gastados zapatos, sin cordones en los mismos, ya que han sido robados por el primer salteador que me encontré en la travesía a ciegas que inicié tiempo atrás.


     El pobre hombre estaba convencido de la posibilidad de ahorcarse con los cordones, cuales cuerdas de dura soga expertas en hacer su trabajo, en cualquier árbol que encontrase en su alocada fuga de la justicia. Ese mal forajido, objetor de futuras penitencias, me los quiso devolver unos kilómetros más tarde, pero yo en mi inconfesable terquedad, se los negué, rehusé cogérselos por si el futuro reo admitía la culpabilidad de sus fechorías y le volvía de nuevo la tentación, esas bien sanas ganas, la inconclusa monomanía de intentar acabar con su vida en alguna inesperada arboleda que tropezase en su ronda, en ese caminar en busca de lo desconocido, donde le esperaban como cortantes figuras de hielo, alegres y con los brazos abiertos todos sus crímenes para darle su merecida justicia.


     Ahora mi proa, venida de allende de los mares, de cualquier océano, apuntaba hacia un destino que no era incierto, hacia lugares con aguas profundas, en donde no me importaba encontrar tormentas, ni tempestades, porque ahora ella estaba a mi lado, y la oscuridad ya no es tan oscura si tienes quien te acompañe, esa escolta que te guía en esa estrecha vereda que te lleva hacia donde tú quieres, en esa iniciada senda donde los sueños los tienes que encontrar tú mismo, buscarlos, arañarlos, porque en este trayecto, con derrotas y caídas si tiene un final.


Comentarios

  1. Menos mal que vuelves por tus fueros, para mi que se te estaba yendo la pinza un poco. Este es el verdadero Javi, ya era hora de que colgaras algo curioso.

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  2. No me negarás que en el fondo todos alguna vez hemos querido ser un "okie", aunque muy en el fondo...

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