Alfanhuí
Ficha
técnica:
Título:
“Industrias y Andanzas de Alfanhuí”
Autor:
Rafael Sánchez Ferlosio
Editorial: Salvat Editores - BBS (Biblioteca Básica
Salvat)- 22
Traducción:
L. Fernández de Moratín
Categoría: Novela (BBS)
Publicación: 1982 (de esta edición)
Págs. 162
ISBN: 84-345-8003-9 (obra completa)
ISBN: 84-345-8025-X (tomo 22)
Encuadernación: Tapa dura - Bolsillo
Lengua: Castellano
Prólogo: Juan Benet Goitia
“Tú tienes los ojos amarillos como los alcaravanes.
Los alcaravanes repetían su nombre.
Alfanhuí lloraba: Te llamaré Alfanhuí, porque éste es el nombre con que los
alcaravanes se gritan los unos a los otros”. (pág.27 y pág.162)
Los alcaravanes
es una extraña ave emparejada con las gaviotas y los limícolas. Tiene un grito
nocturno y agudo “currlii”, que recuerda
al Zarapito Real. Se cree que los alcaravanes se emparejan para toda la
vida, pudiendo volver año tras año al mismo territorio de cría. Se las puede
oír al atardecer y por la noche, llamándose unos a otros.
Rafael
Sánchez Ferlosio: Es un escritor perteneciente a la denominada
generación de los años 50, y ha sido premio Cervantes (2004) y el Nacional de
las Letras (2009). Sus dos novelas más importantes son Industrias y andanzas de
Alfanhuí y el El Jarama. Estuvo casado con la también escritora Carmen Martín
Gaite, de la que se separó amistosamente en 1970.
Con Alfanhuí no es fácil decidir o comprender, si es un
último ejemplo de la novela picaresca española o el primer relato español del
llamado realismo mágico.
Entre otros ha obtenido los siguientes premios –
Premio Nadal – El Jarama (1955)
Premio Crítica Castellana – El Jarama (1957)
Premio de Periodismo Francisco Cerecedo – Por la defensa de la libertad de
Expresión.
Premio Nacional de Ensayo – Vendrán más años malos y nos
harán más ciegos. (1994)
Premio Nacional de las Letras Españolas, en
reconocimiento de toda su carrera profesional.
Obras: (Entre otras…)
Industrial
y Andanzas de Alfanhuí (1951)
El
Jarama (1955)
Dientes,
pólvora y febrero (1961)
Las
semanas del jardín (1964)
Vendrán
más años malos y nos harán más ciegos (1993)
El
alma y la vergüenza (2000)
Esta novela divida en tres partes, consta de dos libros bien
diferenciados entre sí, como son las Industrias y las Andanzas. La primera me
ha resultado un poco más complicada, por su lectura (y eso que cuando cursaba
4º de E.G.B. ya lo dábamos, en su famoso libro marrón de Lenguaje llamado
Senda), que está escrita de una forma demasiado minuciosa, con muchísimas
explicaciones y descripciones, tal vez
me arriesgaría a decir una obsesión por la exactitud, llevada hasta el mínimo
detalle, que a veces puede resultar, por lo menos en mi caso farragoso. Este
parte la podemos clasificar dentro del cuento fantástico, y según los
estudiosos de su obra Alfanhuí es un
personaje autobiografiado.
“Pero
el niño aprendió un alfabeto raro que nadie le entendía, y tuvo que irse de la
escuela porque el maestro decía que daba mal ejemplo”
(pág.22)
Otras son verdaderamente
graciosas: (sobre el fuego y sus llamas).
“Sabía los maderos que daban llamas tristes y los que daban llamas
alegres…”
“…,
los que dejaban rescoldo femenino para calentar el sueño de los gatos, los que
dejaban rescoldos viriles para reposo de los perros de caza”.
(pág. 31)
“Por
esto había enfermado la silla de cerezo de mal de hastío, y recordaba sus
buenos tiempos cuando florecía en el jardín”.
(pág.52)
“Las
viejitas tienen huesos de alambres y mueren después de los hombres y después de
los álamos”.
(pág. 64)
La segunda parte, más entretenida (las Andanzas), el lector puede darse perfectamente cuenta del salto que
da el escritor, al pasar de la muerte de
su maestro a las peripecias de Don
Zana, El Marioneta, de donde pasamos de “una fábula oriental” a la “comedia
dell ´arte italiana, teniendo como fondo el típico barrio madrileño de la
época.
“Todas
las casas tenían vueltos sus ojos al crepúsculo… Alguna cerraba sus ojos para
dormir”.
(pág. 83)
“El
Manzanares era así; corría como una cucaracha, con su amatista en el lomo,
reflejo adentro”.
Destacan el espléndido y sencillo retrato de
alguno de los personajes que se encuentran en la pensión de Doña Tere, como es
el caso de “Silve” (Silvestra) la
criada:
“Tenía
muy poco pelo, y siempre se levantaba a media noche, con el camisón y una
palmatoria, para mirarse al espejo. Y como se veía siempre tan fea extendía los
brazos y lo arañaba”.
(pág. 97)
Es muy simpático el capítulo VIII de la segunda parte,
denominado “de los bomberos de Madrid”,
lo recomiendo leer más de dos veces pues es de lo mejor del libro.
Sobre otros personajes:
“La
abuela se vestía de negro y tenía una carcoma en la pantorrilla. La carcoma
le iba comiendo el hueso y rechinaba por
la noche”.
(pág. 132)
Estas letras me han
recordado a un libro que leí no hace mucho tiempo, de Francisco Umbral: “El hijo de Greta Garbo”, que comienza
con unas palabras que son todo lo contrario a éstas, pero igualmente hermosas: “Las demás madres vestían de blanco, pero
mamá vestía lo blanco”.
“Los
carboneros eran tímidos y cortos para contestar y, por andar con lo negro y
porque nadie les robaba la mercancía, se sentían menos que ningún hombre”.
(pág. 152)
“Las
mesoneras echaban el vino con desprecio, porque en el verano todos los
pobretones andan sueltos por los caminos. Tampoco los segadores eran gran cosa
para las mesoneras, aunque venían de más lejos”.
(pág. 153)
El
capítulo IX de la tercera parte donde describe la muerte del buey “Caronglo”, es de una belleza sublime,
de espléndida narrativa. Prácticamente de lo mejor del libro.
Para mí el autor muestra todo su dominio del lenguaje, de
las situaciones, estando primoroso en esas descripciones que antes me parecían
tan pesadas, llenado de poesía y encanto muchas de ellas.
Como recomendación para leerlo no pienso deciros nada, pues
para gustos colores, este libro tiene la misma cantidad de admiradores como de
detractores, así que… vosotros mismos.
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