Crónicas birmanas.



Ficha técnica:

Título: “Crónicas birmanas”
Autor: Guy Delisle
Título original: “Chroniques birmanes”
Traducción: Laureano Domínguez
Editorial: Astiberri
Colección: Sillón Orejero
Publicación: 1ª edición julio 2008
Págs. 275
ISBN: 978-84-96815-66-7
Encuadernación: Rústica con solapas B/N
Lengua: Castellano
Rotulación: Ana González de la Peña
Maquetación: Manuel Bartual / www.manuelbartual.com
Impresión: Grafo



   El cómic me estaba resultando interesante, muy ameno, siempre al estilo del autor, que con sus ironías y buen sentido del humor, siempre encandila al lector, hasta que llegado a la mitad del mismo, me encontré con algo que no me esperaba, un detalle que yo personalmente no puedo pasar por alto, y no es que estuviera políticamente incorrecto, es que no se debe de poner ni permitir ciertos adjetivos calificativos mal expresados, que lo único que consiguen es descalificar al autor de los mismos. Me estoy refiriendo a unas caricaturas en las que narra un día en que dejó a  su hijo pequeño en manos del birmano que le atendía en la casa. Salió a pasear con él, y como tardaban Guy fue a buscarlos, pues sabía que muchas veces visitaba a los vecinos en compañía de su hijo.


   Cuando lo encontró dijo más o menos esto: Su hijo estaba en manos de dos muchachas, hijas de la propietaria de la casa, una de las cuales parecía “mongólica”. Sinceramente, “la cagasteis” de pleno, ya que no se puede permitir este tipo de expresiones en autores de esta categoría. Al mismo tiempo, tanto la editorial, los correctores de estilo, y hasta el propio traductor tienen que darse cuenta de esto… “mongólica”, cuando existen otras expresiones con las cuales definir a ese personaje, como Síndrome de Down, (me parecía una Down), autista o incluso discapacitado intelectual, (parecía que una de las chicas padecía algún tipo de discapacidad intelectual), eso ya suena de otra forma. “Mongólica” suena igual de mal que “subnormal”, si han querido evitar esta palabra como he dicho anteriormente y hablando en plata,  “la cagaron”

     

   Editoriales de esta categoría y especializadas  nunca deberían de utilizar este vocabulario, ya que dice muy poco de ellas, y en cuanto al traductor lo mismo, se merece aparte de una buena reprimenda, un grandísimo tirón de orejas por su falta de TACTO.

pixton.com


    Desde el momento en que me encontré con la dichosa “frasecita” me costó un montón terminar el libro. En otras ocasiones lo hubiera cerrado de golpe y terminado con la lectura, pero me picó la curiosidad por si volvía a repetir el mismo error,  menos mal que no fue así. Por tanto, y bajo mi punto de vista, repito, solo bajo mi punto de vista, (tan respetable como todos), considero que como castigo no voy referir absolutamente nada  sobre la sinopsis del mismo, ni sobre el autor, aunque de él ya hice no hace mucho tiempo una entrada sobre su trabajo “Pyongyang”. Finalmente, será castigado a la parte inferior izquierda del blog, a la esquina de los “libros olvidados”, bajo el epígrafe “no ha podido ser”. El error humano siempre es perdonable, admisible, todos nos equivocamos más de una vez, pero este es un claro ejemplo de… “craso e imperdonable error”, y un día no muy lejano os lo explicaré.



   Si alguien puede sentirse ofendido, este es un blog libre, ya que se permite todo tipo de opiniones, y podéis expresaros con todo el albedrío posible, os contestaré sin  ningún problema.
(Javi Ritarbeyu: “El pequeño guisante”.)





Comentarios

  1. ¿Qué te ha pasado Javi? ¿Estás que te llevan los demonios? Menudas perlas estás soltando.

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  2. Hay cosas imperdonables,seguro que a él no le gustaría nada que le llamase "gabacho" o "pintarrayas", debemos de pensarnos muy mucho las cosas antes de escribirlas o dibujarlas, en este caso la "frasecita" para mí es un verdadero incordia, y tal como lo pienso lo digo.
    Un saludo amigo.

    Un saludo amigo.

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  3. Cada uno puede hablar como le de la gana ¿no?

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    Respuestas
    1. ¡¡Exacto!! Como le de la gana... pero sin ofender, porque si por mí fuera, no dejaba títere con cabeza, siempre hay cosas que uno se tiene que aguantar.

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