La quinta esquina.
Ficha técnica:
Autor: Izraíl Métter.
Título: La quinta esquina.
Título
original: Piatyi ugol.
Traducción:
Selma Ancira.
Posfacio: Mercedes Monmany
Editorial:
Libros del Asteroide.
Págs. 207
1ª Edición 2014
ISBN: 978-84-16213-04-7
Depósito
legal: B-21.312-2014
¿Quién es Izraíl Métter?
Nació en 1909 en Járkov (Ucrania).
Su origen judío y la actividad paterna,
- su padre había podido poner en marcha una pequeña fábrica de macarrones justo
antes de la revolución- le impidieron, según la legislación vigente, cursar
estudios regulares. Consiguió, no obstante, gracias a una formación
autodidacta, hacerse profesor de matemáticas, profesión que ejerció hasta la
segunda guerra mundial.
Durante la guerra colaboró en la
radio con textos antifascistas y posteriormente escribió guiones para el famoso
autor de cómics Arkadi Raikin. Fue autor de más de una veintena de libros entre
novelas, obras de teatro y guiones
cinematográficos. Entre su producción destacan libros como Mukhtar (1960), que sería llevado al cine con bastante éxito, La
quinta esquina (1989) y Genealogía y
otros relatos (1992). Murió en 1996 en
San Petersburgo.
(Libros del Asteroide).
Arkadi Raikin
Han dicho de la novela…
Está cargada de sutilizas, delicada
mezcla de inventiva, memoria ética y documento crítico de un tiempo, es
deprimente y al mismo tiempo hermosa por su demudada sencillez que no va en
detrimento de la hondura.
(Robert Saladrigas: La Vanguardia)
Se
trata de una de las más bellas historias de amor que conozco; cuya sutileza,
mimo en muchos casos, expresividad e intensidad narrativa y dramática me
incitan a comparar a su autor con los grandes dioses de la literatura rusa,
Tolstói y Dostoyevski.
(José A. Gurpegui: ABC)
“Es preciso creer en la
posibilidad de la dicha para ser feliz”
Lev Tolstói
El libro se completa con un completo
posfacio de Mercedes Monmany, en donde nos relata de cómo les fue a la sufrida
“generación Stalin”, unos auténticos
supervivientes de la locura política de su tiempo, donde cualquiera podía ser
considerado un traídor, y en donde cualquiera, al mismo tiempo podía ser un
chivato. Pobres generaciones perdidas que nunca supieron sacar lo mejor de
ella, y la horrible “quinta esquina”, el
juego favorito de la KGB. Verdugos que hacían buscar a la gente esa inexistente
quinta esquina, algo que evidentemente es imposible.
Entrando ya en situación respecto a
la obra, lo que más me llama poderosamente la atención es que nunca algo tan
deprimente puede ser descrito de una forma tan sencilla y bella. Una hermosa
historia de amor no correspondido que el paso de los años no ha podido borrar.
Unas generaciones perdidas, las descendencias de un país superviviente de su
propia locura política, y una lucha por ser dueño de uno mismo, en un país
donde la propiedad no existe.
Una desconocida corresponsal que le
va recordando a Boria, el narrador de esta historia partes de su pasado, no
solo olvidadas, sino también desconocidas para él, su niñez en Járkov su ciudad
natal, sus amistades de toda una vida como Mishka Shinkov y Sasha Beliavski,
junto con las omitidas circunstancias de su muerte, que Zinaída Borísovna le
irá relatando renglón a renglón hasta encontrarse frente a frente con su
pasado, que se ha convertido en su presente. Sus fracasados matrimonios, y la
forma tan particular en que conoció a Katia, que le marcaría de por vida. Como
bien se comenta en una de las partes de la historia: “Ya no absorbemos nada y es poco lo que damos; los recuerdos
se pudren en nuestro interior”. No quiero desvelar muchas partes de la
novela, lo que si me gustaría destacar es que cada uno de nosotros deberíamos
de pensar como nos afecta esa parte de la historia rusa, esa vida que es
prácticamente la existencia total de su
autor en lo mísera que es nuestra existencia, y en lo mezquinos que nos podemos
llegar a convertir por sobrevivir. ¿Por qué he llegado yo hasta aquí y no el
otro? ¿Podemos volver hacia atrás para cambiar nuestro pasado? Recuperar a un
antiguo amigo, ser correspondido por aquel amor lejano, cambiar parte de
nuestras acciones, o algo que puede ser mucho más simple y maravilloso
recuperar nuestra niñez, recordar los momentos felices, por que cuando nos
demos cuenta seremos como esas “almas
errantes que buscan tumbas imposibles de encontrar”.
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