Una puta albina colgada del brazo de Francisco Umbral.



Siempre llueve en pasado.
( J.L.Borges )


Ficha técnica:

  • Libro de
  • Ediciones Nowtilus, S.L.
  • 1ª ed., 1ª imp.()
  • 192 páginas; 24x16 cm
  • Este libro está en Español
  • ISBN: 8497635191 ISBN-13: 9788497635196
  • Encuadernación: Cartoné
  • Precio: 16,10€

 Diego Medrano, firmando un ejemplar del mismo

Sobre el autor:

          Diego Medrano (Oviedo, 1978) se define como un escritor “en presente”. Siempre el presente es la espita a partir de la cual configura su obra; siguiendo la estética de Baudelaire y Rimbaud de ser un “moderno” sin resolución.

            Sus libros de relatos, a diferencia de las novelas, destacan por su unidad. Los sueños diurnos (Cahoba, 2006), escrito todo él en las servilletas de los bares, parte de los microgramas de Walser (aquellos textos que el maestro de Kafka escribía en el manicomio en cualquier tipo de soporte: recibos, papel higiénico, etc) y busca la unión entre “alta cultura” y “calle”, entre “cátedra” y “boudoir”. La soledad no tiene edad (Septem, 2007) es un compendio de estudios de género, por medio de la ficción, sobre el yonqui, la prostituta, el notario, etc. Sobrevivir puede ser muy divertido (Difácil, 2009) es un panfleto o panegírico hacia indigentes y otra clase de especialistas de la fuga; de la huida “íntima” que al mismo tiempo lo es “social” y “esencial”. Dejemos el pesimismo para tiempos mejores (Pez de Plata, 2010), la salvación por medio de la cultura, de todo asedio en tiempos de crisis, “algo que sólo Jean Genet o Cervantes podrían haber escrito desde la cárcel”.

           Han dicho del autor autoridades de rigor: “Kafka español” (Leopoldo María Panero), “Trino del diablo” (Luis Antonio de Villena), “Marionetista con las manos en los bolsillos” (Javier Tomeo”, “Inventiva verbal y pujante y asoladora vitalidad creadora” (Pere Gimferrer), “Convincente terrorista” (Antonio Gamoneda), “Medrano es una bomba envuelta en papel de seda. Bomba que estalla en rotundo festival de palabras, feroz iluminación, religión o rasgadura de seda” (Ana María Moix), “Sol negro de la melancolía nervaliana, antídoto contra el desamparo” (Luis Alberto de Cuenca).

            Ha escrito más de mil columnas para el periódico EL COMERCIO, sin que conserve ninguna de ellas, fiel a una poética rotunda: “Soy lo que voy dejando por el camino”.

          En primer lugar, y antes de empezar en este viaje que nos llevará a conocer un poco más a Francisco Umbral, una pequeña observación: No os dejéis influenciar por el título del libro, porque es una lectura maravillosa.

            Valle, Larra, Lorca. El triunvirato que ha marcado, guiado más bien la vida del maestro, nuestro protagonista. Un hombre con sus miedos, sus manías, con envidias, rencores, y como no, también hay que decirlo con sus vicios.


         El autor, Diego Medrano, nos descubre a un hombre que es mucho más que un mito, es humano, encarcelado en su mayor placer y al mismo tiempo en su mayor obsesión: Escribir.

La literatura es una abstracción, cuando estás en la literatura estás fuera de la vida”.
“La literatura es escribir las cosas como no las escribe nadie; no digo ni mejor ni peor, sino distinto”.
(Sabias palabras amigo Umbral, allí donde estés).

      Umbral no solo era una melena revuelta, sus grandes gafas de pasta, su sempiterna bufanda, y ese largo abrigo que le acompañaba a todas partes. Umbral era trabajo, trabajo y más trabajo, un esclavo de las letras, esa inquietud por sus libros que le acompañaba a todas partes, como esa “puta albina”, María Lapoint, mujer culta, puta de muchos, musa de pocos, alcohólico personaje, actor secundario, pero de vital importancia para el joven aprendiz de Umbral, futuro inquilino del café Gijón e insigne escritor en ciernes protagonista del libro, al que acompañan una serie de extravagantes personajes, que se van moviendo a lo largo de la historia, lo que sucede… mejor será que lo leáis, y un nuevo Umbral aparecerá ante vosotros, es como saber el por qué a toda una vida.

A un tipo así o le quieres mucho, o le asesinas con placer.
(Manu Leguineche)



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