El desmemoriado universal.
El desmemoriado
que siempre estará en nuestra memoria, el recordado que nos ha dejado grandes
recuerdos, este hombre tan conmemorado, queda perpetuado tras su fallecimiento.
Han festejado su muerte como verdaderamente tenía que ser, como una auténtica
fiesta, una celebración de la literatura universal en su honor, en donde no
podían faltar los vallenatos, la alegre música de su país que ahora llora su
muerte.
Desde estas líneas
quiero parafrasear unas letras de nuestro gran periodista Juan Cruz,
porque creo que son de lo más atinadas:
“Como Dios, Gabriel García Márquez creó un
mundo que ya lleva su nombre, o más bien su diminutivo, el mundo de Gabo”.
“Solo alguien que osara competir con Dios era
capaz de escribir una obra tan perfecta como Cien años de soledad”
(Creo que estas palabras no las debemos de tomar como una blasfemia,
deténganse los ofendidos ante lo que se pueda considerar unas injurias a lo más
sagrado, tan solo es lo que es, una comparación, una fantástica y espléndida
comparación)
-Ritarbeyu-, “el pequeño guisante”.
Sinceramente, ¿qué
importa perder la memoria cuando se es un genio?, ¿acaso es necesario acordarse
de algo cuando no merece la pena?, pues NO, él era lo suficientemente
inteligente, tenía los recursos necesarios para salir de semejantes apuros,
para que de esa mente inquieta aflorasen las palabras y gestos necesarios que
le harían cómplice de su desmemoria,
haciendo ver a su interlocutor que todavía se acordaba de él.
Ídolo de masas y
terror de algún estudiante, García Márquez estará disfrutando de la grata compañía
del Altísimo, ¿o será al revés? Pienso sin ningún tipo de duda que en estos momentos, nuestro gran
Creador estará disfrutando enormemente de las historias del colombiano.
El desmemoriado con memoria, tenía la
capacidad suficiente para saber quien estaba a su lado, con quien tenía que
hablar y que tenía que decir, lo que la mitad de nosotros seríamos incapaces de
hacer, el olvidadizo y abstraído que no pasaba inadvertido está en los cielos
del papel y la tinta, del tintero imaginativo, donde han salido cientos de
maravillosas historias, cientos de páginas y miles de lectores, que se
apasionan por tener un libro entre sus manos, por entretenerse en horas de
lectura que les han llenado de satisfacción.
Este literato llegó a
comentar un día que: “Un libro está
inconcluso hasta que no tiene dedicatoria”, ha dejado inconclusos millones
de libros, millones de obras, en donde sus fieles lectores soñarían con tener
escritas unas simples letras, una dedicatoria, una inmortal inscripción de este
inmortal que siempre estará presente en nuestra memoria, y yo, como lector “gabista” que no tengo ninguna mala nota
del insigne escritor, tan solo puedo decir, ¡mierda!.
P.D. – Lo siento Gabo, he
intentado hacer esta entrada al blog sin utilizar adverbios terminados en mente, no he podido, sabía que
para ti son unos “recursos fáciles,
largos y riman con todo”, así que espero sepas perdonarme, porque para mí
son muy musicales, además literariamente
hablando mis maneras gramaticales son muy limitadas.
Javier Mateos "Ritarbeyu", el pequeño guisante.
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