Mi madre y la música

 


Recomendaciones literarias: (10)

              Para el ser humano una madre es lo más importante del mundo, una madre es la persona que nos trae a la vida, una de las primeras voces que oímos y reconocemos. Una madre es esa persona que da todo lo que tiene por el bien de sus hijos, incluso hasta la vida como no puede ser de otra manera, eso es incuestionable e incluso cuando nos estamos muriendo o nos vemos en una situación de peligro, tenemos la palabra ‘madre’ en nuestra boca. Creo que si hiciéramos una encuesta para saber cuáles son las cinco palabras más significativas a nivel mundial una sería madre.

              Acantilado nos ofrece con esta historia de Marina Tsvietáieva un mundo diferente hacia todo aquel lector que busca demasiada acción en la lectura, donde la infancia tiene un papel muy importante, y por medio un piano, que marca una relación dónde la cotidianeidad de la vida cobra un gran protagonismo.

              Se dice que cuando llegamos a cierta edad es cuando más empezamos a recordar, que cumpliendo los años nos llenamos de añoranzas y antes que te ahoguen los recuerdos miramos hacia atrás rememorando otros tiempos con cierta nostalgia. Nuestro mundo empieza a llenarse de ‘música’ y melancolía, esa música donde la madre de la autora que era una gran devota de la misma entrará en nuestra vida a través de las páginas de este libro, donde respiraremos sensibilidad por los cuatro costados.


Marina Tsvietáieva, la autora de esta narración con un trasfondo musical

              Un relato autobiográfico que nos cuenta sobre todo aquello que no debe perderse en el tiempo, porque nuestros recuerdos siempre serán muy importantes, y más aún si giran alrededor de una madre. A una madre se la puede recordar por varias etapas, desde la época infantil –para eso existen las fotos- y hasta el fin de sus días, (ojalá eso no existiera nunca) unas fases de tiempo que permanecerán indelebles en nuestra memoria pase lo que pase, y la autora lo ha querido remarcar, compartirlo con nosotros para que nunca se quede en el olvido, -que muchas veces es uno de los peores pecados que el ser humano pueda cometer-. Quiero decir con esto que los instantes más pequeños nunca se olvidan, de ahí la importancia del relato.

              Una relación entre madre e hija que no te dejará indiferente, el día a día de cualquier familia, pero siempre baja una ‘partitura musical’ que une a ambas. Un libro muy diferente a todos esos tochos –ladrillos- que algunas editoriales nos tienen tan habituados, y que no hay demonio que se los trague. Una narración distinta y diferente, muy lejana de distopías, pandemias, aquelarres, discursos políticos sobre la nueva economía que nos espera tras la llamada nueva normalidad. Simplemente decir que es distinto, y eso que fue escrito en 1934, pero con una realidad muy presente, con un tema muy atemporal que nunca pasará de moda. Una pequeña gran historia (de esas que te dejan un buen sabor de boca, que paladeas poco a poco) con una bonita melodía, harmonía que podrás disfrutar renglón a renglón, con una narración a tres, una madre, una hija, y ese piano que nunca las abandonará, porque ha formado una parte importante de sus vidas. ¿Se puede pedir algo más? Por supuesto, leerlo.


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