El Día de la Madre

"El amor de una madre siempre estará presente y nunca se acabará".

"Una madre es como un ángel de la guarda que siempre está a tu lado".

   Las cartas tienen siempre una fecha de inicio, como nuestras vidas, pero irremediablemente también tienen un final en el que caben muchas postdatas.

    En las cartas nos podemos encontrar amor, mucho amor, como el amor que suelen denominar ágape, aquel que da y da sin pedir nada a cambio, como el de una madre, porque no hay amor más grande que el que suele dar una madre.

    En las cartas también hay besos. ¿Quién no se acuerda de su primer beso? Pero nunca habrá un beso tan grande como el que da una madre cuando te ve la cara por primera vez nada más dar a luz, lo mismo que los abrazos. No hay abrazo que arrope más que el de una madre, aquella que te llevó dentro durante nueve meses, nueves meses durante los cuales se fue construyendo parte de la persona que eres ahora.


    A veces las letras de una carta suelen torcerse un poco, sobre todo cuando uno entra en esa espiral de la adolescencia, donde creemos que los sabemos todo, pero una madre siempre se encarga de enderezar esos renglones que de vez en cuando se tuercen.

    En las cartas también solemos encontrarnos borrones, pero una madre siempre perdona, siempre está atenta a  que vayamos escribiendo nuestra carta (ese camino de la vida) despacito y con buena letra, para que al final nuestra redacción, repito, ese camino que efectuamos a lo largo de nuestra vida, de nuestra existencia salga casi perfecta.



    Su familia, es decir su marido y sus hijos, somos sus sustantivos, sus metáforas perfectas, esos recursos estilísticos y literarios que siempre cuida con esmero.

    En las cartas también hay penas y alegrías, comas, acentos y puntos y a aparte, que son esos problemas de la vida que una madre va sorteando como puede y cuando puede.

    Entre letra y letra, renglón a  renglón, nos encontramos dedicación y devoción, como un poeta con uno de sus versos, un perfecto arrobamiento que dejaría en ridículo a la mismísima Santa Teresa, como las madres, con ese sentimiento único hacia la familia, su familia.


   En las cartas siempre hay un remite, uno único y placentero que se lee del tirón y nunca se olvida, y dice mamá, aquella que te da el aliento de vida cuando más lo necesitas. Ella es cómo el Espíritu Santo, no sabes como se arregla, pero siempre está presente, y 'siempre se entera de todo', caray nunca sabemos cómo lo hacen...

    Las cartas pueden ser más o menos extensas, como nuestras vidas, y también tienen algo que no nos gusta, un final, una conclusión a nuestro camino de la vida, un paso hacia otro lugar donde el amor de una madre siempre estará presente y nunca se acabará.

P.D. - "Te queremos mamá".



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