Denis Johnson (obituario)


El autor de “Sueños de Trenes” se nos ido, a una edad joven 67 años, un cáncer de hígado se lo ha llevado por delante, cuando aún tenía en el tintero un montón de historias que contarnos sobre ese mundo marginal que conocía a la perfección, ya que lo había vivido en sus propias carnes.
Saltó a la fama gracias a su serie de relatos “Hijo de Jesús”, donde describe a la perfección como es el maldito mundo de la droga en esa América profunda que le ha tocado vivir. No es oro todo lo que reluce, y los llamados “paraísos” también pueden ser una auténtica mierda…

Pero yo quiero resaltar otra serie de aspectos de este gran escritor, de este maldito, de un paria que escribía como nadie, así que voy a pasar de hablar sobre sus antiguas adicciones, que algunos han resaltado, y que yo no pienso hacer. En fin como decimos por aquí, “ca un es ca un”, o sea cada uno es como es, y eso no lo vamos a cambiar.



En “Sueño de trenes, nos encontramos para leer dentro de sus páginas cosas como esta:

“En la civilización las viudas no pueden elegir con quien se casan. Hay demasiadas sin marido. Pero aquí en la frontera estamos muy cotizadas. Podemos elegir a quien queramos, aunque no es ninguna ganga. El problema es que los hombres envejecen muy pronto. ¿Va usted a casarse otra vez?”

O también esta otra:

“No soy dado a tener perro en el pueblo –le  dijo al animal-. Pero me pareces que eres vieja, y no creo que una perra vieja como tú pueda sobrevivir al invierno sola en estas colinas”.

      


Tiene otro relato corto genial, “El nombre del mundo”, que no tiene desperdicio alguno, todo es brillante. Son historias de andar por casa, de las que nunca pasan de moda, de las que permanecen y prevalecen, todo lo contrario de esos “tochos” de ochocientas páginas que muchas veces “mete miedo leerlos”, en donde no te explican nada de nada durante cuarenta o cincuenta hojas…. Sus personajes, como dije en su tiempo son unos verdaderos Juan Simple o Pedro Tenaz. Ahora este hombre, que seguro estará cercano al Gran Dios en el paraíso de las letras, estará “soñando con trenes” o contando alguna de sus historias a los ahí presentes, disfrutando de su presencia y de su mágico y lastimero mundo…








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